8. Love Hurts

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El amor duele, cicatriza, hiere,
Y marca cualquier corazón.
No es lo suficientemente duro o fuerte
Para soportar mucho dolor.
El amor es como una nube
Sujeta mucha lluvia
El amor duele, oh, el amor duele.

—Nazareth(Love Hurts).

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—No te preocupes neno. Descuida, yo cuido a tu muchacho, cuándo te he fallado. —con su acento peculiar y ambas manos a la obra, Freddy Trucazo se encargaba de alimentar a Ivadog, vaciando el contenido de una lata de comida para perro en su plato y entre su hombro y su mejilla sostenía su teléfono celular. —Dime una sola vez.

Conway le había pedido expresamente que se ocupara un par de días de él, al menos que ni su casa ni su mascota se quedarán tan solos.

—Eso pensé. —una risa de victoria y satisfacción acompañaban su ya de por sí animada actitud. —Oye neno, ¿Cómo te va por allá? Ya has encontrado a...

Del otro lado de la línea, cruzando el mar, un Conway con el semblante derrotado y con tintes obvios de tristeza en su duro rostro, se encontraba sentado frente a la barra de un bar decente en general, al menos no había prostitutas ni ebrios desfasados rondándole cerca como moscas cojoneras.

El silencio evidente inundó la bocina de ambos teléfonos móvil.

—Yo...no he tenido el éxito que esperaba.

Conway podía permitirse que su mejor amigo de siempre lo escuchara quebrarse como tantas otras veces, momentos en los que solo Freddy—además de Gustabo—lo había visto desmoronándose contra el viento, llevándose los restos intangibles de sus más desgarradoras lágrimas y sentimientos destruidos. Pero incluso ahora, se las arregló para impedir que su voz se quebrara ante él.

Un suspiró pesado, sintiendo la misma derrota que su compañero al otro lado.

—Eso es malo, neno. Lo siento mucho.

No había mucho que decir, pero igual ayudaba como vendita en una herida supurante.

—Esta bien, me vuelvo mañana mismo a Los Santos.

—Sin problema Conway. ¿Quieres que pase por ti al aeropuerto?

Los dedos del mayor tamborilearon contra la caoba gastada impregnada de manchas de licor que habían sido difíciles de sacar en su momento. Consideraba llegar de vuelta y encerrarse en su casa, sin embargo; enseguida considero que de ser así, sería fácil dirigirse hasta su dormitorio, sacar la caja de pandora bajo su cama, colocar una sola bala en el arma que guardaba dentro de esta, acariciar su cien o el interior de su boca con el cañón y disparar sin más.

Y existía algo, una cosa que no estaba seguro de poder descifrar, algo totalmente ajeno que lo detenía de concretar este plan, como si una mano invisible le tocara el pecho impidiendo dar el paso a esa idea en las paredes de su mente.

—Te lo agradecería mucho Trucazo, te veo ahí.

—Por nada, neno. ­—una despedida seca y cálida al mismo tiempo. Freddy lo entendía, nada era personal, se ponía en los zapatos de su amigo, imaginando el escenario en donde Michelle fuera Gustabo y él mismo fuera Conway y que su esposa no recordara ni siquiera a su propia hija ni a él, Freddy no sabría si podría manejarlo tan bien como lo estaba haciendo el mayor. Dejó que sus ojos vagaran por el resto de la sala semioscura y sobre la chimenea artifical, ubicó el marco con una fotografía que yacía boca abajo, ocultando la imagen que tanto daño hizo a alguien en sus momentos de soledad.

𝐂𝐲𝐚𝐧𝐢𝐝𝐞 𝐇𝐞𝐚𝐫𝐭s || ᴰᵉ ᵂᵉ ᴬᵍᵃⁱⁿˢᵗ ᵗʰᵉ ᵂᵒʳˡᵈ  || ɪɴᴛᴇɴᴀʙᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora