veinte, pt. 2

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Había gritos en la plaza del pueblo. Un batallón, llegando hombre tras hombre de vuelta al castillo. Pero este parecía distinto al resto.

Tommy y Tubbo se quedaron quietos a un lado de la calle, observando los soldados mercianos y los hechiceros pasándoles de largo y saludando triunfalmente a los ciudadanos de la ciudad de Wilbur.

—¿Qué es todo esto? —preguntó Tommy a un soldado que pasaba.

El hombre sonrió de oreja a oreja. —Hemos hecho que el Rey de Camelot huya echando leches —dijo—, ¡y hemos capturado a su hechicero!

Tommy abrió mucho los ojos, y se apretó más contra la multitud, aun a pesar de las protestas de Tubbo a sus espaldas. Tenía que verlo, tenía que ver si de verdad era...

Consiguió salir de la multitud y situarse enfrente, y en el centro del batallón de guerra vio dos soldados llevando a un hombre inconsciente, vio sus pies arrastrando por el suelo. El hombre estaba completamente inconsciente, su cabeza colgaba inerte a un lado, y estaba sangrando gravemente de una herida que cruzaba su pecho. Se lo veía en la mierda, reventado y apalizado y familiar, y Tommy apretó la mandíbula.

—George —murmuró.

—Tommy —oyó a Tubbo decir, cogiéndole la mano desde atrás—. Tommy, tenemos que irnos.

Tommy miró a George una última vez, y vio a un hombre pequeño y frágil, y entonces asintió; se volvió hacia Tubbo y lo siguió a través de la multitud hacia el castillo. Mientras marchaban, le explicó a Tubbo en voz baja y grave lo que había visto, y qué significaba.

Tenía que hablar con Wilbur.

***

Clay nunca había sentido más alivio de ver a Sapnap que cuando entró al Gran Salón y lo vio ahí, reventado pero vivo, y sospechaba que el sentimiento era mutuo.

Clay —gritó Sapnap, corriendo hacia él y prácticamente volcándolo bajo su abrazo. Bad no tardó en seguirlo. Clay se veía desarreglado en comparación a ellos, habiendo llegado cojeando directamente al Salón con sus ropas sucias puestas, con la armadura de batalla puesta, mientras que ellos iban ya con sus ropas de diario. Ellos dos eran los únicos que había; Clay se preguntó si habían estado hablando, desarrollando alguna estrategia para el caso de que él no volviera.

La reunión feliz terminó tan pronto como empezó. Mientras Clay estaba abrazando a Bad, vio el rostro de Sapnap caer de pena, ya que el caballero estaba buscando una figura detrás de Clay que estaba ausente.

—Clay —dijo Sapnap con urgencia cuando Clay y Bad se separaron—. ¿Dónde está George?

Clay titubeó.

Bad se llevó una mano a la boca. —Ay, Dios. ¿Está... Está muerto? —preguntó, y sus ojos se llenaron de lágrimas.

Una vez más, la escena se repitió en su mente. La última vez que había visto a George estaba siendo arrollado por mercianos, pero no estaban intentando matarlo. Lo habían reducido en el suelo: lo habían atado.

(George le había dicho que corriera. Le había dicho que corriera, así que eso fue lo que hizo Clay. No se le podía culpar por eso. No se le podía culpar por cómo habían golpeado su cabeza con la empuñadura de una espada, aun cuando ya lo tenían atrapado en el suelo...)

—Está vivo —se obligó a decir, y Sapnap soltó un aliento entrecortado y los hombros de Bad temblaron—. Pero ha sido capturado por los mercianos.

Bad frunció el ceño. —¿Capturado? —repitió— ¿Para qué iban a querer secuestrar a George?

—¿A quién le importa? —dijo Sapnap con impaciencia, muy nervioso de repente— Lo único que importa es traerlo de vuelta. Si salimos esta noche, podemos estar en Mercia mañana. O podríamos enviar un mensaje a su castillo...

PROTECTED || DreamnotfoundDonde viven las historias. Descúbrelo ahora