Campanadas

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Si celebras hoy – ¡Feliz Navidad! Espero que disfrutéis este epílogo, que llevaba tiempo de camino. Me costó un poco montarlo, pero me he quedado muy contenta con el resultado – ¡y espero que os guste! <3


Con las manos en la cabeza y la mirada clavada en el suelo, Sapnap habló con solemnidad pesando sobre cada palabra.

—Ha llegado mi hora —dijo—. Aquí termina todo.

El nuevo caballero de Camelot, Karl, que también había hecho migas con Sapnap enseguida, se sentó a su lado en uno de los largos bancos que habían sido dispuestos en el Gran Salón. Se lo veía un poco fuera de lugar. —Creo que estás siendo un poco dramático.

—No lo entiendes —dijo Sapnap; un sirviente les pasó de largo con un puñado de leña, su cabello y hombros cubiertos de la nieve que estaba cayendo al otro lado de las ventanas—. Bad me dio una sola tarea, y aun así me las he arreglado para cagarla.

—No es para tanto —dijo Karl débilmente—. Puede hacerse una boda sin anillos... ¿verdad?

Sapnap dejó escapar un quejido y se hundió aún más en su asiento.

—Bueno, de acuerdo. ¿Dónde los viste por última vez?

—Los tenía encima, lo juro. Estaban justo aquí...

—¿Quiénes estaban aquí? —llegó la voz de Bad, y Sapnap y Karl se levantaron de un salto y lo miraron enseguida, con aspecto atormentado. Bad tenía las gafas un poco torcidas, y se le había puesto el pelo hacia arriba por los lados— ¿De qué habláis?

—De nada, Bad —dijo Karl rápidamente; Sapnap se puso pálido—. ¿Cómo estás? ¿Queda algo que hacer?

—Oh, no mucho —dijo Bad con un suspiro cansado—. Solo queda poner las mesas para el banquete, sacar toda la comida, poner a los músicos en su sitio, poner los ramos en el altar y encontrar al cura, además de asegurarse de que sabe cuándo tiene que empezar. Oh, y también hay que ver qué hacemos con el Señor Eril cuando llegue, pero mientras no se siente cerca de la Señora Esther no debería pasar nada. Así que sí, en general hemos terminado. Bueno, eso me recuerda... —Miró a Sapnap algo más de cerca, y parecía que iba a desmayarse— Sapnap, ¿seguro que estás bien?

Sapnap hizo un sonidito incorregible. —Yo... Pues claro que estoy bien. ¿Por qué no iba a estarlo?

—Sabes que no eres tú el que se casa hoy, ¿no? —dijo Bad desconfiado— O sea, eso lo entendemos, ¿no?

—Está triste porque ha perdido su oportunidad con George —dijo Karl con una risita; Sapnap le dio un empujón con el hombro.

—Qué gracia. Luego os veo —dijo Bad antes de dejarlos a ambos en el Salón. Confiarle los anillos a Sapnap había sido buena idea, pensó; era una tarea lo bastante importante para hacerle sentir que estaba siendo de ayuda, pero no tan complicada como para requerir supervisión de Bad. Ya tenía bastantes preocupaciones: repasó su lista de tareas en su cabeza mientras navegaba entre la marea de gente del castillo. Había sirvientes y trabajadores apresurándose por todos los pasillos, cargando con guirnaldas y ramos y lazos para poner en las paredes, o con bandejas de comida para el festín. Era un caos, pero estaba funcionando: lo tenía todo bajo control, pensó, y entonces casi se chocó de bruces con Tommy.

—¡Oye, más cuidado, hombretón! —dijo Tommy dando un paso atrás por el golpe.

—¿Tommy? —dijo Bad, sintiendo ya pánico en el pecho— Los invitados no tendrían que llegar hasta dentro de... Ay, Dios. ¿Qué hora es? —Dio una vuelta, desorientado.

PROTECTED || DreamnotfoundDonde viven las historias. Descúbrelo ahora