Bueno para vos

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GERMAN POV

Estire las piernas y las cruze a la altura de mis tobillos. Como siempre Olga y Ramallo me habían dejando sentado en la sala del cine, aparatando los tres lugares mientras ellos iban a a comprar las palomitas... como siempre. A veces me preguntaba si lo hacían porque mantenían y relación a escondidas mias pero después cai en la cuenta que para Olga le seria imposible el ocultarlo. Tamborilee los dedos y frunci los labios mientras observaba la fachada del cine, siempre íbamos al mismo cine, la misma sala y casi los mismos asientos. Pero hoy habíamos ido a un cine diferente, ya que lo habían inaugurado y Olga quería conocerlo. Este cine era mucho mas sofisticado con salas mas grandes, sillones mas cómodos y mejor servicio. Agradecia lo segundo pues esperando a Olga y Ramallo podia acomodarme. Resople y me trone el cuello antes de sentir como una pila de palomitas caia sobre mi regazo. Sorprendido me pare rápidamente y observe quien me las habia echado encima. Una nenita de cuatro a;os me observaba con los ojos desmesuradamente abiertos, como si me la fuera a comer por haber cometido un error. Le sonreí levemente, intentando quitar la tensión en el ambiente, era una nena y a cualquiera le podia pasar.

-Pe...perdón-musito en una vocecita tan baja que me fue difícil entender lo que decía.

Rei y me sacudi la ropa, removiendo las palomitas que se habían adherido a mi mi camisa.

-No hay problema, linda- conteste volviéndome a sentar.

La nena sonrio tímidamente y empezó a recoger palomita por palomita, como si pudiera ponerlas todas en el recipiente y arreglar el problema. Sonreí y pensé en lo inocente que eran los ni;os. Si fuera una adulta seguro las hubiera dejado en el suelo, dando el caso por perdido. Pero un ni;o lleno de inocencia piensa que todo tiene solución, incluso el echado a perder las palomitas. Las recogería todas, aunque se demorara horas en hacerlo pues habia sido un gran recipiente lleno de miles de palomitas. Frunci el se;o y observe a ambos lados de mi sofá.

-y tus papas?-pregunte sabiendo que una nena no podria entrar sola al cine.

La nena levanto la mirada y abrio la boca pero ninguna palabra emano de su garganta, pues alguien nos habia interrumpio.

-Rebeca que paso con las palomitas?- dijo una voz masculina, parándose al lado de la nena.

Levante la mirada y mis ojos chocaron contra los de un hombre al cual conocía, por desgracia. Ahora sabia porque al ver a la nena disculparse habia tenido ese sentimiento de familiaridad hacia ella. Sentí como la garganta se me cerraba al verlo parado frente a mi, rega;ando a una ni;a que pudiera ser su hija. Era Leonardo y de nuevo estaba junto a la ni;a, igual que el dia anterior. El miedo se apodero de mi y pensé que podria saber quien era yo y que habia besado a su novia, ese miedo fue remplazado por un sentimiento de alivio al caer en la cuenta de que el no me conocía. Pero yo a el si, y eso estaba a mi favor.

-Las vote -contesto la nena igual de quedito.

El hombre sonrió y quise quebrarles los dientes. Tenia que lidiar con la idea de que Angie tenia novio pero el tener que soportar al novio ya era demasiado.

-No hay problema, princesa. Compraremos otros - dijo el levantando a Rebeca del suelo.

Trague fuerte y lo vi sentarse, a una butaca lejos de mi. La imagen de el dia anterior seguir fresca en mi mente. Quien era esa ni;a y porque compartia tanto tiempo con ella. Habia considerado la posibilidad de que fuera su sobrina, o también su prima; pero no sabia porque muy dentro de mi corazon algo me indicaba que el era una mala persona. Que esa nena era su hija. El tipo no me agradaba y era obvio el porque pero mas lejos de tenerle envidia, no me daba buena espina. Me gire a verlos y note como se acomodaban en las butacas, segundos después una mujer rubia, de cabello corto hasta los hombros y ojos azules se acerco a ellos y tomo asiento a su lado. Los adultos comenzaron una conversación e intente con todas mis fuerzas escuchar lo que decían. Levante la mirada al techo del cine de nuevo esta vez intentando ignorar las miles de voces que chocaban contra mi timpano y concentrarme solo en dos, las que en verdad me importaban.

En mi propia trampaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora