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La siempre caótica pero controlable rutina que el sitio 19 tenía, solo solía ser rota por tres cosas; alguna fuga de un SCP, la entrada de uno nuevo, o la presencia de Bright junto con su novio, Clef. Ese día era uno de esos, incluso peor.

El día anterior habían lidiado con otra fuga de 106, de la cual aún estaban recuperándose, solo para ahora tener que custodiar un supuesto objeto anomalo, el cual para acabar de empeorar las cosas, era llevado por Clef y Bright.

—Dejen de jugar con esa cosa. – Exigió el asistente y pareja del segundo director del sitio, el doctor Iceberg, el cual cada día se veía más y más apático.

A pesar de la orden, ambos "superiores" siguieron con sus juegos, pues Iceberg no había insistido más, solo había apurado el paso para llegar con su jefe directo.

Charles O. Gears era su nombre, el cual se veía más que apático, parecía más bien un robot sin emociones. Eso también hacía que fuera tenebroso para muchos y, aunque no era el caso con Clef, Bright y algunos otros desastrosos, si que imponía respeto. Gears era el que iba a ingresar aquel objeto, que era una simple estatuilla tallada en madera. Aún así, habían sufrido bastante para conseguirla.

—Durante el tiempo de investigación perdimos tres agentes, al parecer asesinados por los mismos pobladores que cuidaban el objeto. Aún no sabemos si esa cosa es la causante de esa actitud o algo más se manifestaba a través de la estatuilla.

—¿El poblado está en contención?

—Si, para llegar se debe cruzar un puente. Se destruyó el mismo y todos los vehículos son desviados. Hay un perímetro alrededor para evitar fugas de información, o bien invasiones no deseadas.

El informe de Iceberg iba a seguir su curso, hasta que alguien más atrás gritó.

—¡Idiota! – Bright había hecho caer a Clef, el cual llevaba el objeto en sus manos, en una caja, caja que salió volando y el objeto saliendo de la misma.

La trayectoria era obvia, iba directo a Iceberg. Fácilmente podría esquivarlo, pero eso significaría que el objeto cayera al suelo y arriesgarse a que se rompiera. Odiaba la idea de arriesgarse a que algo le pasará, pero no tenía opción. Se preparó para atrapar la estatuilla, pero justo cuando estuvo a punto de tomarla, alguien se interpuso, atrapandola justo frente a los ojos de Iceberg.

—Se les había dicho que dejarán de jugar. – Reclamó Gears que había sido el que atrapó el objeto.

Clef y Bright no dijeron nada para disculparse, pues no era su estilo, pero si se acercaron en silencio para volver a poner la estatuilla en la caja y llevarla está vez a contención.

Charles por su parte se dirigió al área médica, debían hacerle un chequeo completo para asegurarse de que nada empezará a cambiar con su cuerpo.

—Buenas noticias, no hay un solo cambio en tu cuerpo. – Anunció el doctor que lo había revisado, Everett Mann.

—Ya veo.

—Aun así, por ahora ve a descansar y mañana te revisaré de nuevo para asegurar que todo esté bien.

—Me siento bien, no necesito un descanso

—Lo se, lo sé. Solo es precaución.

—Pero...

—Ve. – Tardó en entender que Mann le estaba haciendo un favor para que no tuviera que lidiar con los invitados no tan deseados.

Al salir del área médica, se encontró a Iceberg esperándolo.

—Me quedaré en mi habitación a modo de cuarentena. Encárgate de todo.

—¿Yo?

—¿No te crees capaz?

—Soy más que capaz de hacerlo. – Y con esa motivación, Iceberg se fue con granada en mano a asegurarse de que ningún otro accidente pasara.

Gears fue directo a su habitación, en donde decidió tomar un baño largo para tratar de que se fuera todo ese estrés.

Que no lo mostrará, no significaba que no estuviera agotado de todas las formas posibles. Lo peor de ser así, es que no se desahogaba y eso le afectaba a la larga.

"Si fuera viente años más joven, tendría la energía para lidiar con todo el trabajo."

Después de pasar suficiente tiempo bajo el agua, salió de ahí, se puso algo cómodo y se metió en la cama. Aprovecharía ese tiempo para dormir las horas que el trabajo le había quitado, ya mañana volvería a su rutina.

O ese era el plan.

Cuando el sonido del caos lo despertó en la mañana, se levantó para vestirse y salir a controlar la situación. Siguió el ruido, risas y gritos para poder llegar con los desastrosos compañeros que tenía. Podía notar que todos lo miraban, pero le daba muy igual.

Al llegar al epicentro de la destrucción, se encontró con Clef, Bright y Iceberg peleando, este último más bien tratando de echar a los otros dos para que dejarán de jugar con las cosas del sitio.

—Por favor dejen de causar tantos problemas. – Exigió Gears, ganándose un par de miradas confundidas de parte de Clef y Iceberg. Bright por su parte, era el único que obedecía e incluso se veía preocupado.

—Oh mierda, oh no.

—¿Jacky?

—Dios mío ¿Que te hemos hecho Gears? – Ahora todas las miradas fueron de asombro y también preocupación.

Gears se acercó a la ventana más cercana para observar su reflejo, encontrándose con un milagro.

Las arrugas que su piel tenía, manchas, canas que empezaban a salir en su cabello y cualquier otra cosa que indicará que era mayor, habían desaparecido.

—Pa-parece que..

—Rejuveneci veinte años... – Incluso el cambio afectaba sus expresiones, pues todos podían notar la sorpresa en su rostro.

Al final, Iceberg se desmayó.

Seis Horas De Sexo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora