VII

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Hubo un silencio sepulcral ante la nueva información. Bright se veía más que contento, incluso parecía brillar al ser el centro de atención.

—¿¡Cómo!? ¿¡Cuando!? ¿¡Porque!?

—Todo está en el informe del nuevo SCP-████

—Te entregué la investigación de ████ para que averiguaras su origen, usos y efectos, no para jugar.

—No me puse a jugar.

—Explicate.

—Bueno, solo probé las capacidades regenerativas de la estatuilla, que debo admitir son increíbles.

—... ¿Profanaste tu propio sepulcro?

—Esa es una palabra muy fea... Digamos que solo busqué lo que me pertenece.

—Eso es profanar.

—Ush, exagerados. – Sin pensar en las consecuencias, Bright tomó a Gears del brazo, sin que el Alfa siquiera reaccionara.

Aquello puso más que celosos a Clef y Iceberg, aunque por fortuna este último se controlaba mejor. Alto por su parte, no temía el contestar con la misma moneda.

—Bueno, creo que ya no se puede hacer nada. – Pasó su brazo por encima de los hombros de Julian, confundiendo a todos. —Ya está hecho y queda aceptarlo, por más estupido que pueda llegar a ser.

El plan de Clef funcionó a la perfección, pues Bright soltó a Gears, logrando que Alto imitará la acción.

—Ya entendí... ¿Quieres estrenar el cuerpo?

—Sabes que si. – Y sin decir palabra, ambos se fueron a alguna habitación.

Aquello había sido extraño, pero pasó sin pena ni gloria, al menos para la mayoría.

Por los siguientes días, Bright con su nuevo y al parecer último cuerpo, se paseaba por todos lados con una enorme sonrisa, bromeando y riendo con todos, incluido Gears.

Aquello no le gustaba a Iceberg, que no podía ignorar lo bien que parecían llevarse, incluso podría jurar que algunas veces veía a Gears sonreír por las ocurrencias del desquiciado Omega.

"—Solo es mi imaginación."

Se repetia y trataba de convencer, pero era complicado ignorar la cercanía que parecían tener, no se equivocaba al decir que se conocían de toda la vida. Tampoco entendía por qué ahora se encontraba celoso de Bright, pues no había reaccionado así cuando se enteró de su pasado juntos, pero su teoría era que ahora que volvía a ser él mismo, y siendo un Omega tan precioso, lo veía más como una amenaza.

Pero la cúspide de los celos llegó un día que Gears recibió una llamada.

—Habla Gears... Hm, ya veo... No, eso no... Que no... Bright, ya te dije que no. – Ante la mención del Omega, Iceberg puso especial atención a la plática. —No, no puedes tomarlo prestado, ni ponerlo en un... Que sea indestructible no significa que sea un juguete... No me importa que esté vacío ahora... Que sea una opción mejor, no significa que tengas el permiso... Interesante... – Y en ese momento, pasó aquello que lo pondría más celoso. —Haha, bien... Si, lo enviaré por escrito. – Y colgó.

Sin sospechar nada, Gears volvió a su trabajo como si nada, ignorando el hecho de que Iceberg lo miraba fijamente, algo preocupado.

Después de unos minutos, Julian se levantó y se acercó a Gears. Se quedó parado a su lado un momento antes de meterse bajo el escritorio, acomodándose como pudo ahí, quedándose muy tranquilo. Charles lo dejo hacer lo que quisiera, hasta que sintió movimiento.

Se movió un poco hacia atrás para ver qué estaba haciendo su Omega , encontrándolo pegado a su entrepierna, ya bajando la bragueta de su pantalón usando solo los dientes.

—¿Que haces?

—Me relajo un poco. – Fue su única respuesta antes de volver a pegarse a él, ésta vez lamiendo y chupando por encima de la tela.

Sus miradas se cruzaron, Julian parecía estar pidiéndole permiso de continuar, permiso que consiguió casi al instante. Iceberg no tardó en bajar por fin su ropa interior, aunque recibiendo un pequeño golpe, aún si su tamaño no estaba ni cerca de pequeño.

No tardó en meterlo en su boca, comenzando con la punta y poco a poco dejándolo entrar más. Ya podía escuchar los gruñidos y jadeos de Gears, cosa que lo hizo sentirse conforme. Algo que ninguno de los dos admitiría, era que por lo frío de su cuerpo, una mamada se sentía más que bien; era gloriosa.

Varios informes terminaron muy arrugados y maltratados, pero era algo que Gears no podía evitar. Llegó un momento en el que lo tomó del cabello con fuerza, para asi evitar que se retirará.

No tardó en venirse, por lo que Julian pudo sentir como todo su espeso y caliente semen pasaba a través de su garganta. Solo hasta que salió la última gota fue que lo "liberaron". Ahora le dolía la garganta, pero no se arrepentía de nada.

Seis Horas De Sexo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora