XIV

77 6 42
                                    

Apenas Lament salió de la oficina, Iceberg se apuró a ponerle seguro a la puerta. De igual forma volvió con Gears, directo a sentarse en sus piernas.

—Nunca te había visto tan desesperado por quedarte a solas conmigo.

—No estoy desesperado.

—Podras engañar a todos los demás, pero no a mi. – Se reacomodo, está vez pasando sus piernas a los lados. —Dime ¿Te agrada el muchacho?

—Es efectivo en su trabajo.

—¿Pero te agrada?

—Dificil saberlo, recién lo conozco.

—Bueno eso es verdad.

—Aunque tengo una buena primera impresión suya. Muy profesional.

—¿Ah si? ¿Será por la parte en la que se retiró en silencio cuando llegó, justo cuando iba a devorarte?

—Por supuesto que no. – Gears por fin cayó en la tentación, y comenzó a quitarle su bata de laboratorio a Julian. —Porque sabes bien que seré yo el que te devore.

—No puedo acostumbrarme a lo atrevido que ahora eres. – Y por supuesto, Iceberg estaba más que emocionado por ese cambio.

—Hare que te acostumbres.

—Por favor no, harás que me quedé sin caminar.

—No le veo el problema. – Y sin decir más, comenzó a meter sus manos entre la ropa de Julian.

Lo único de lo que se quejaba Gears al momento de tener sexo, es de la enorme cantidad de tela que llevaba encima su Omega. Tenía que quitar una bufanda, un chaleco, un suéter afelpado de cuello de tortuga, un segundo chaleco y por fin llegaba a la camisa, de manga larga obviamente.

Tan solo en quitarle la ropa se llevaba diez minutos, en los cuales lo llenaba de besos más que atrevidos. Todo ese tiempo lograba que ambos se pusieran más que ansiosos por sentir al contrario, así que cuando lograban llegar al objetivo se sentía más que satisfactorio, aunque también podía ser un arma de doble filo.

Si llegaban a estar de un humor no tan bueno, podrían llegar a hartarse.

Ese momento no era el caso, así que estaban más que listos para seguir, hasta que tocaron la puerta.

—Ignora eso. – Pidió Iceberg mientras volvía al trabajo, pero de nueva cuenta volvieron a tocar, está vez más fuerte que antes.

—¿Lo ignoro también?

—¿Crees poder? – Una tercera ronda de golpes bajó por completo los ánimos.

Se vistieron de nuevo tan rápido como pudieron y ahora malhumorados fueron a abrir, encontrando afuera al doctor Mann, más que contento.

—¡Lamento interrumpir sus atrevidos momentos juntos, pero traigo buenas...! Que digo buenas ¡Excelentes noticias!

—Habla rápido antes de que te saque de aquí a punta de explosiones.

—¿Recuerdas cuando me pediste que te hiciera una prueba de embarazo?

—Ni como olvidarlo.

—¡Aproveché para analizar tu sangre!

—¡Hey!

—Y encontré algo curioso. – Del archivo que llevaba, sacó unas imágenes y se las mostró a la pareja. —La razón por la que tú temperatura es tan baja, es porque tú cuerpo asimiló, procesó e incluso aceptó partículas del nitrógeno líquido en tu sangre.

—¿¡Que!?

—Suena poco creíble

—Hay muchas cosas poco creíbles pero existentes en este mundo, esta es una de esas.

—Supongo que esto no es lo único que  te trae aquí.

—Claro que no.

—¿Y bien?

—He hecho algunos cálculos y creo saber cómo deshacerme de esas partículas en tu sangre.

—¿Cómo?

—¡Ta-ran! – Puso frente al rostro de Iceberg un ejemplar de 096, pero el cual se veía muy diferente a los normales.

—¡No vas a poner una de esas cosas sobre mi!

—Ni siquiera pondría uno de estos encima mío, pero lo importante. Este pequeño cangrejo lo seleccioné, modifiqué y crié especialmente para comer nitrógeno.

—¿Es por eso que es tan pequeño?

—¡Exacto!

—¿Y como harías eso? Ya sabes, hacer que se coma la cosa está en mi sangre.

—Solo necesito una máquina de diálisis y tiempo para modificarla.

—¡Bien! Eso se puede conseguir fácil.

—No. – Por fin se metió Charles.

—¿Que?

—Suena muy riesgoso, no es algo que se pueda autorizar.

—¡Ay, por favor!

—Sabia que algo así pasaría ¡Así que ya lo comenté con Bright, y ya dio el permiso!

—¿¡Entonces para que vienes a molestar acá!?

—Porque es importante la comunicación. – La respuesta de Gears a toda la situación fue empujar a Mann fuera de la oficina y cerrar con seguro, encerrándose con Iceberg.

—¿Que estás haciendo Charles?

—Intentar meter algo de sentido común en tu cabeza.

—Oye, yo también tendría mis dudas con un plan que tenga la autorización inmediata de Bright... Pero de verdad quiero intentarlo.

—Si ya encontraron una forma de devolverte tu temperatura, también habrá más a futuro, y menos riesgosas.

—¿Y cuánto tardará eso? Mann será un idiota, pero sabe lo que hace, y un segundo método podría tardar años.

—Es importante ser paciente.

—¡Ya he sido paciente por más de siete años! Solo una prueba, anda...

—... Una. Si resulta ser demasiado, lo dejarás.

—¡Gracias! – Se lanzó a besarlo antes de volver a abrir la puerta y poder pulir detalles con Mann.

En la oficina se quedó Gears, esperando que nada malo pasará.

Seis Horas De Sexo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora