Capítulo 17. EL CAMBIO

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Al llegar la noche, aun no se tenían rastros del guardián ni de la oscuridad, Fluke comenzaba a pensar lo peor y más porque por un momento había dejado de sentir la esencia del lobo y eso no le gustaba para nada; tenía miedo de que sus sueños comenzaran a volverse realidad, lo último que quería era tener que destruir a aquel hombre que tanto ha llegado a amar.

-Deja de pensar en cosas negativas Fluke- decía Mew- Eso no ayudará a que te calmes, los sueños pueden ser premonitorios, pero no es lo definitivo.

-Aun así, no puedo dejar de...- sintiendo la mano del vampiro en su boca.

-Si la oscuridad llega a hacer lo que más temes con Ohm... sólo tú que eres su luz serás capaz de salvarlo.

-¿Y si no puedo?

-Nada es imposible mi querido guía- señalando las estrellas- Mira el cielo y sabrás de lo que estoy hablando.

-Gracias- sonriendo.

-Es un placer- haciendo una reverencia.








-¿Por qué no puedo poseerte?-diciendo con furia y golpeando a Ohm en el estómago dejándolo sin aire.

-¡Jamás te lo diré!

-¿Acaso es la sangre del inmortal?- viendo a Ohm seriamente a la cara.

-No... pero tampoco es la sangre del guía... de lo contrario no estarías ahí encerrado en el cuerpo de Max- riendo- ¿Quién es el débil aquí?

-¡Cállate!- golpeando a Ohm en el rostro- ¡Ohm no dejes que te controle... él es... es... veterinario... no lo dejes sólo!

-¿Max?- viendo con sorpresa el cuerpo que se retorcía en el piso.



Viendo como la oscuridad cambiaba de color de ojos a unos bonitos ojos azules, Ohm sabía que esos eran los ojos característicos del rey de los mares, observa con detenimiento como este lo libera.

-¿Max?

-¡No hay tiempo!- diciendo y empujando a Ohm de la cueva- No puedo controlarlo por mucho tiempo.

-¡Ven conmigo.... así podremos ayudarte!

-¡Corre!- cayendo de rodillas y sintiendo un dolor en su estómago.



Corriendo en su forma humana como si su vida dependiera de ello, escucha a lo lejos una risa diabólica que le provoca escalofríos, transformándose en el lobo guardián de la reserva y aullando a la luna para hacerle saber a los animales bajo su cargo que estaba de camino a casa.

Max, no dejaba de querer controlar su cuerpo de nuevo, pero la oscuridad era más fuerte ganando la batalla.

-¿Creíste que podías controlarme, Max?

-Sé que no puedo hacerlo por mucho tiempo... pero cada vez que tengo el control tengo mayor tiempo así que pronto podré controlarte a mi antojo.

-¿Y quién dice que me controlaste?-riendo- Todo esto es parte de mi plan... parte de mi ahora reside en el cuerpo del guardián.

-¡ES mentira!- decía Max dentro de su cabeza.

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