Miguel Ángel x Lectora | | Sugar Sugar - The Archies

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"El amor es como un dulce. ¡Empalagoso a veces! Pero no puedes evitar disfrutarlo. A que brinde energía a tu cuerpo y te haga sonreír como un niño soñador.
¿Quieres probar?"

...



Había pasado un tiempo desde aquel encuentro entre la chica y la tortuga mutante. Ella era una experta en realizar caramelos y bocadillos de azúcar caseros, lo que había llamado la atención de Mikey cuando vio en la ventana de su hogar unos ricos caramelos frescos, que se derretían al tocar la lengua de la persona y sus perlas de azúcar brillaban a la luz de la luna. Estaba oscuro, lo que había hecho pensar a Miguel Ángel que no había nadie y que podría entrar por unos cuantos gramos de esa azúcar endurecida. Pero entró ella.

Se formó una tierna y confitada amistad. Claro, ella era un poco más tranquila y la voz de la razón con Miguel Ángel. Mikey, por su parte, disfrutaba la compañía de la joven. Pero el sentimiento de Mikey por ella se transformaba lentamente en algo mucho más...

«¡¿Mikey realmente está enamorado?!» se preguntaban sus hermanos entre sí.

...

Decidió hablar lo que sentía cuando la vea, con el corazón almibarado y blando. ¡Es Miguel Ángel! Claro que podría hacerlo. La visitó, llevándola al tejado de un complejo cercano. Divisaban las luces de los grandes edificios neoyorquinos que parecían estrellas entre la oscura ciudad. Ella había traído una cajita de sus dulces consigo.

"¿A que adivinas qué le he puesto a esto?" preguntó mientras colocaba suavemente el caramelo en la boca de la tortuga.

Miguel Ángel lo probó. "Oh...¡miel!" empezó a hablar con la boca aún masticando "Y... ah, azúcar, cómo no". Mencionó también otros ingredientes menores que daban el sabor distintivo al caramelito.

"Claro Mikey, todos los dulces tienen algo, bueno, mucho de azúcar" reía la chica. "Hice otro diferente, por aquí debe estar..." dijo buscando entre la cajita.

La tortuga de cinta naranja había decidido en ese momento que podría confesar todo. Sonrió ampliamente, levantándose y evitando lo más posible el sonrojo que salía en sus mejillas.


"Mucho de azúcar... ¿como...el amor?" preguntó para guiar la conversación a su confesión.

La chica se detuvo, pensando por un momento.


 "Mmm... pues...sí, supongo. El amor es como un dulce. ¡Empalagoso a veces! Pero no puedes evitar disfrutarlo. A que brinde energía a tu cuerpo y te haga sonreír como un niño soñador. ¿Quieres probar?"


La tortuga no podía creer la pregunta final de la chica.


"¿Eh?" preguntó con el rostro entero poniéndose rojo como la cubierta de una manzana acaramelada. El plastrón le iba a explotar.

"E-el dulce que estaba buscando" respondió con una risa nerviosa.

"Oh... sí" dijo Mikey agitando su cabeza.


Buscó el pequeño dulce y como estaba distraída, no se había dado cuenta que la tortuga se había acercado mucho más a ella. 

"Bueno, Mikey, este te va a encant..." su propia conversación se interrumpió al ver el rostro del mutante tan cerca del suyo. La tortuga tenía una mirada dilatada y brillante con una tímida sonrisa. Se miraron unos segundos el uno al otro... Y Miguel Ángel le brindó un corto beso en los labios. 


La tortuga sintió el calor del sol de verano en su interior. El corazón le palpitaba a mil por hora. Era un riesgo hacer eso tan repentinamente con ella, pero no podía evitarlo más. La chica sólo se quedó estática, mucho más sonrojada que Miguel Ángel. 


"Sí, me encantó." dijo Mikey, alejándose lentamente de ella.


Oh, la dulzura que sentía Mikey en todo su cuerpo. Esperaba una respuesta, tanto verbal como corporal de la chica, quien sólo lo miraba congelada. Finalmente, entre tartamudeos, empezó a hablar. 

"Mikey...Tú... ¿Me besaste?" preguntó finalmente. 


"Vaya, pensé que era un poco obvio" alzó los brazos como respuesta. 


La chica rió. "Tontito" y al finalizar la palabra, implantó un beso en la mejilla de Miguel Ángel. 

"Te quiero, Mikey". 


Miguel Ángel no lo pensó dos veces y se lanzó contra ella, estampando la espalda de la chica en ese suelo de la azotea donde se encontraban. La envolvió en un fuerte abrazo de oso, sintiendo corazones flotando a su alrededor. 


"Yo también te quiero, mi chica de caramelo". 


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