Miguel Ángel x Lectora | | Joyride - Roxette

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La tortuga seguía saltando de la emoción, pensando en las posibilidades. ¿Qué le podrían dar para su cumpleaños?
Por supuesto, cumplían sus hermanos también. Sin embargo, junto a ellos ya se habían dado regalos el uno al otro, y ya habrían recibido las felicitaciones de los demás amigos mutantes y humanos.
En realidad, de quien esperaba la sorpresa era de su novia. Vaya, novia era un término por el que Mikey había soñado tanto por decirlo en voz alta. Además de que podría molestar a sus hermanos de que él consiguió una que puede estar junto a él siendo el menor. Jaque Mate Raph.
El único problema era que solo podía estar junto a ella en las noches, donde ningún o muy poco humano podría gritar por las calles sobre los monstruos de malas alcantarillas, pero eso no le importaba tanto. Por ahora, su prioridad era su regalito, pues la chica le había prometido una sorpresa hacía ya varios meses, y Mikey no olvida si se trata de una sorpresa.
Los hermanos veían a Miguel Ángel desde lejos, quien se había adueñado de la pizarra de Donnie para hacer "hipótesis" del posible regalo.
"¿Creen que se haya olvidado?" preguntó Raph a sus hermanos.
"No lo creo, ella no haría eso. Siempre es muy intensa con las fechas, bueno, cuando se trata de Mikey" respondió Leo.
"El uno para el otro" comentó Donnie.

Cabeza Metálica caminó pesadamente entre las tortugas, sosteniendo un pequeño pedazo de papel, dirigiéndose a Miguel Ángel. Tropezó en su pierna, y este recogió la nota.

«Hola, bobito. Te amo. Ven, únete al Joyride
XoXo»

Miguel Ángel corrió hacia sus hermanos en un santiamén, haciendo caer a todos al chocar con ellos.
"¡NO SE OLVIDÓ!"

•••

Era la medianoche. Detrás de la nota que la chica había dejado había una dirección que llevaba a un pequeño puerto, donde una feria de diversiones se encontraba. Era el mismo lugar donde alguna vez pelearon con Bebop y Rocksteady. Todo estaba oscuro y apagado, y la rueda moscovita apenas se podía ver gracias a los postes de luz. Miguel Ángel llegó al lugar con sus hermanos detrás de él.

"¿Te citó... aquí?" preguntó incrédulo Raph. Todo estaba oscuro y silencioso, apenas se escuchaban las lejanas sirenas policiales de la noche común de Nueva York.

Entre el silencio, una estática logró escucharse. Tres sonidos de golpes entre la estática. Un audio pre-grabado empezó a reproducirse desde los altavoces de la feria.

«Vamos, únanse al Joyride, todo el mundo. ¡Obtengan sus entradas aquí, pasen por acá!»

"¿Qué ocurre?" preguntó Leonardo.

"Oh, chico" comentó Miguel Ángel entre saltitos pequeños de alegría.

Instantáneamente cada parte del lugar se iluminó como una ola. Un carrusel empezó a girar, una rueda moscovita empezó a funcionar, un puesto del tiro al blanco iluminaba sus propios premios llenos de peluches y a otros juegos mecánicos se oía cómo empezaban a rodar sus engranajes.

"Wow..." dijeron todas las tortugas.

"Sí que no se olvidó..." comentó Donnie.

Mikey asintió con energía y acto seguido corrió entre saltos hasta subir a un carrito de una pequeña montaña rusa 'del amor'. Como si su novia lo estuviera viendo de algún lado, la atracción empezó a rodar. Llegaba hasta arriba, donde Miguel Ángel sentía que podía seguir a las estrellas.

Debajo de la atracción de Mikey, salió una muchacha con un gorro de maquinista de tren subida en la parte delantera de un tren miniatura andante. La novia de Miguel Ángel. 

Desde su pequeño tren, sacó al aire un globo de helio con la frase 'Feliz Cumpleaños, peekaboo!' . Para que su novio tortuga la vea, silbó una corta melodía.

"¡Estás aquí!" exclamó Mikey, aún rodando en la montaña rusa. La chica rió. Gritó, repitiendo el msimo contenido que había en la nota: "¡Hola, bobito! Te amo".

La luna de la noche, mientras tanto, bajaba hasta el horizonte, permitiendo entrar un pequeño trozo de sol que abría el amanecer de la madrugada. Miguel Ángel, su novia y los hermanos de la tortuga disfrutaron ese día por completo. Un día sin tener que pensar en situaciones mutantes, ni nada. Era sólo el cumpleaños de Mikey. Un gran cumpleaños. 

Para Miguel Ángel, ella era su flor. No necesitaba ningún adivino de fortuna para saber a dónde pertenecía su suerte. Era ella y junto a ella. Pasaron por distintos juegos mecánicos hasta que el amanecer se complete. Rieron, se abrazaron, se besaron. Su amiga mágica. Su novia mágica. 

Era el mejor cumpleaños que pudo tener. 



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