Capítulo 4

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"Invisible 3"


Capítulo IV : "Cómo cambian las cosas en tan poco tiempo".


Decidimos que es una buena idea almorzar en una pizzería que parece lo único decente por los alrededores ya que en el centro comercial no se puede ni andar, descartado. Justin pide una pizza cuatro quesos y no sé si realmente me gusta, pero lo he visto tan emocionado con la idea de comer eso que prefiero quedarme en silencio y probarla, en caso de que no me guste podría, no sé quizá decir que tengo el estómago revuelto, pero ya veré no es la gran cosa, es sólo una pizza.

—Tierra llamando a ______ —dice, Justin pasándome la mano por delante—. ¿En qué piensas?

Apoyo los codos sobre la mesa y suspiro, niego con la cabeza y pestañeo varias veces para disipar el pensamiento.

—Nada importante. ¿Estabas hablando?

Asiente lentamente mordiéndose una uña.

—Tampoco era importante—sentencia, casi en un hilo de voz.

Me muerdo el labio inferior sin saber qué decir, es que casi nunca escucho lo que habla, o sea no es que no lo escucho cuando habla de cosas importantes o llega con alguna noticia ya sea buena o mala, sino que nuestra relación el 95% del tiempo se basa en mí, en mis problemas, en mis amigas, en mi familia, en lo que me gusta y en lo que odio, en lo que me molesta, lo que me hace feliz, y demás. A veces me siento un poco culpable cuando sé que quizá no le doy tanta importancia a él, pero lo cierto es que cuando pregunto la mayoría de las veces retuerce el tema hasta que terminamos hablando de mí, no es que no me guste hablar de mí, pero siento que necesitamos dedicar tiempo a su vida, a sus cosas, a sus problemas, a su familia, a todo lo que tenga que ver con él.

—_____, ¿qué dices?

Aprieto los labios en una fina línea.

—Lo siento.

—Vale, si no quieres venir no voy a obligarte —dice, y a continuación se deja caer en el respaldo de la silla. Niego con la cabeza—. Ah, no estabas oyendo.

Suspiro antes de hablar.

—Tengo que concentrarme, es que tengo tantas cosas en la cabeza. —Otra vez estoy hablando de mí—. Vale, va de nuevo. ¿Adónde quieres ir, cariño?

Niega con la cabeza, creo que está un poco ofendido.

—Olvídalo, no importa.

Comienzo a estropearlo todo.

—No, Justin, ¿adónde quieres ir?

Se muerde el interior de la mejilla con nerviosismo antes de enderezarse y bufar.

—A Canadá, contigo.

Gracias a Dios y a la Virgen Santa no estaba bebiendo o comiendo algo, pero para mi mala suerte siento que el pecho me duele o los ojos me arden. ¿Va en serio?

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