26. Deseo de navidad

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Joy ese día juró que si BaekHyun no hubiera sido su mejor amigo, ella directamente le habría golpeado en el rostro cuando la despertó bien temprano el veinticuatro de diciembre para ir de compras navideñas de emergencia. ¡Se suponía que las cosas eran al revés cuando se trataba de las compras! Siempre era Joy la que le rogaba para que BaekHyun fuera a comprar con él. ¿En qué momento intercambiaron los papeles?

—¡Feliz navidad, bebé llorona! —le había gritado en el oído a las diez de la mañana.

Joy se arrepentía del día que decidió regalarle una llave de su departamento solo para emergencias. Era eso, solo-para-emergencias, ella no veía ninguna emergencia en la situación.

—¡Fuera de mi casa! —exclamó, tapándose la cara con su cubrecama.

—No te librarás tan fácil de mí, Park SooYoung. ¡Mueve tu trasero fuera de la cama! —Y creyó que había visto la luz, que se iría de la vida, pero era solo BaekHyun abriendo las cortinas y quitándole las sábanas de la cara—. Hoy es el día en que vas a revivir como persona. Llevas demasiado tiempo siendo un zombi. ¡Arriba, hora de tomar sol!

Con un gruñido y a regañadientes, ella se duchó, cambió, maquilló y peinó, porque según su amigo no sabía a qué hora iban a terminar y quizá debían ir directo a casa de los papás de JongDae para festejar la navidad en la tarde-noche. Así que Joy obedeció todo lo que Baekkie le dijo y se puso ropa bonita que él le seleccionó revisando exhaustivamente su guardarropas, aunque quizás ella eligiera algo en el lugar a donde irían a comprar, estaba abierta a las posibilidades. En el fondo le agradaba la idea de pasar el día de compras, siempre le levantaba el ánimo, y más si era en compañía de BaekHyun.

Cuando salieron de su departamento, ya eran más de las dos de la tarde —se les habían drenado un par de horas arreglándose y Joy había insistido en que primero almorzaran—, así que decidieron que no se iban a detener demasiado tiempo en las tiendas e irían a comprar todos los regalos que les faltaban. MinSeok se había quedado a dormir en lo de JongDae el día anterior y ya se había llevado una muda de ropa para la noche, así que no había problema con que se quedara ahí.

—¿En serio? —preguntó ella curiosa al ver a BaekHyun eligiendo ropa en una tienda, cuando ya habían terminado de hacer las compras de todos los regalos para intercambiar en la noche. Su amigo sostenían un sweater color hueso y unos pantalones de mezclilla negros—. ¿Te pondrás eso?

Él la miró de reojo, poniendo mala cara.

—¿Hay algún problema?

Joy ignoró su tono ofendido.

—Te apagará el tono de piel. ¿Y vas a ir con el pelo así? —cuestionó tironeando de un mechón castaño y haciendo que BaekHyun le diera un golpecito en la mano para apartarla.

—Voy a hacer como que no dijiste nada de eso y no estás criticándome.

Joy lo observó, y luego miró alrededor de la tienda. Una idea surgió en su cabeza y miró a BaekHyun llena de perversidad, aunque su amigo solo se percató de su mirada cuando volvió a guardar su celular —se había estado mensajeando con alguien durante todo el día, pero ella había estado demasiado distraída en las compras como para indagar; de todos modos, sospechaba que se estaba hablando con SeHun, ellos lo estaban haciendo demasiado obvio últimamente—.

—Park SooYoung, no sé en qué estás pensando, pero ni lo pienses —le advirtió BaekHyun, temeroso y retrocedió un paso.

Joy no lo dejó ir muy lejos, tomándolo de la muñeca y llevándolo hacia la salida del lugar, en busca de un salón de belleza.

—Me lo agradecerás más tarde.

Mientras esperaban en la peluquería a que atendieran a Baek, Joy se detuvo a pensar sobre la cena de la noche. Su amigo le había dicho que iría su madre, los padres de LuHan, SeHun, la hermana de Joy y su hija, pero ni rastro del famoso Park ChanYeol. Ella no sabía si eso era bueno o malo. Ellos llevaban un buen tiempo en el que se veían muy poco y si lo hacían, solo platicaban de temas muy triviales y por un corto período de tiempo, para despedirse en términos muy incómodos. No habían vuelto a hablar sobre el día que Joy prácticamente declaró sus sentimientos (¡otra vez!), pero las cosas entre ellos habían decaído, cosa que era lo que más había temido en su momento. Quizá, cuando pudiera juntar las agallas suficientes para hablar del tema, intentaría aclarar las cosas con él; pero mientras tanto, solo tenía ganas de esconderse del mundo y dormir un siglo entero.

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