Don't blame me [Tom Riddle]

࿔ Episode 4

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❈  | Calliope Potter

31 de octubre. A diferencia de las demás personas que esperaban celebrar Halloween con mucha emoción; yo solo quería quedarme todo el día en mi cama y deprimirme por la muerte de mis padres y la condena de ser huérfana al cuidado de mis desagradables tíos.

Pero no podía. Las clases continuaban, y no podía darme el lujo de faltar porque habíamos empezado a practicar los encantamientos, incluso con Quirrell, aunque no eran tan agradables debido al feo olor que desprendía de su turbante. Algo raro que paso durante su clase, fue que mi cicatriz había dolido como el infierno, y durante el resto del día estuvo irritado.

Cuando me dirigía al comedor para la cena, me encontré con Blaise quién rápidamente dejo el grupo de Malfoy para colocarse a mi lado.

—Encontré el libro de pociones que dijiste —dijo con tranquilidad—, no mencionaste que es de nivel cuatro.

—No se ve tan complicado y para eso tenemos a Adrian —me encogí de hombros, pero luego hice una mueca ante el dolor que aquella acción me provoco en mi hombro izquierdo—. Podemos hacerlo, solo debemos resolver la incognita de como lograremos ponerlo en sus uniformes. 

—Adrian comparte clases con ellos en Pociones, es su última clase —respondió—, él lo distrae y nosotros ideamos algo para poner el líquido.

Asentí pensando en la idea. —Si, eso suena bien. Si tenemos listos los brebajes para el viernes, podemos realizar esta pequeña travesura el lunes.

—¿Por qué el lunes y no el sábado?

—Porque el lunes tienen clases con Snape ellos —digo de manera distraía—, he pensado en pintar sus cabellos de verde, pero sería evidente que alguien de Slytherin lo hizo, así que pensé en azul. 

—El azul es el color de los Ravenclaw, probablemente los culparían a ellos —dijo con el ceño ligeramente fruncido. Al ver mi sonrisa el entendió—. Oh, ya comprendo.

—Aún puedes salirte de esto —dije entrando al comedor.

—¿Y dejarte toda la diversión? —mascullo con una sonrisa— Ni hablar.

Alce el pulgar en aceptación. Dando por terminada nuestra pequeña charla, me dirigí al principio de la mesa, donde usualmente se sientan los de primer año, pero cuando no es banquete, nos sentamos donde nos da la gana.

El gran comedor tenía un espléndido aspecto, con toda la pinta de estar celebrando Halloween. Un montón de calabazas con caras talladas y velas dentro, se esparcían por todo el lugar; telarañas gigantes colgaban de las esquinas con lo que parecía ser una enorme tarantula; los esqueletos formaban filas a los extremos del comedor, con diferentes poses. Mil murciélagos aleteaban desde las paredes y el techo. Era una vista increíble, y ni hablar de la comida.