La noche cae y él se encuentra en su dormitorio, Joshua ha llegado, lo ha oído abrir la puerta de entrada y luego dirigirse hacia su habitación. Seungcheol traga saliva y se abraza a sí mismo, recuerda su encuentro con Mingyu en el gimnasio más temprano y siente cómo el corazón se le estruja, quiere llorar pero no puede, tiene un nudo en la garganta y un vacío en el estómago.
Tiembla ligeramente y cierra ambos ojos, busca dormir pero sabe que será inútil, no hay forma de que pueda dormir así, no cuando ligeras gotas de sudor empiezan a cubrir su frente, está cansado, cada vez se siente peor, pareciera que aquello drenara toda su energía y ésta no volviera a reponerse, entonces maldice a Mingyu mentalmente, lo odia, se convence de ello mientras algunas lágrimas caen de sus ojos.
Su celular comienza a vibrar en la mesita de noche y él lo toma débilmente mientras observa la pantalla, un número desconocido lo está llamando. No suele atender esas llamadas, aún así no puede ignorar esa y es por eso que responde y se lleva el aparato a la oreja.
—Hey —oye del otro lado y se ve tentado a colgar al instante pero la fuerte voz del contrario se lo impide—. No cuelgues, por favor —suena suplicante entonces no puede hacerlo por lo que se queda ahí, simplemente respirando, porque no le responde—. No debí hablarte así hoy —comienza y Seungcheol aprieta los dientes, el pecho le duele tanto que siente que va a morir—, lo siento —más lágrimas caen y se siente vulnerable de una forma en la que no le gusta—. Estás mal pero no dejas que me acerque —dice esto último con un tono de voz tan apacible que Seungcheol casi siente cómo el dolor disminuye.
—¿Qué necesitas? —habla tan firme como puede, no quiere que sienta su voz temblorosa ni que está llorando, aunque probablemente ya lo sepa.
—Hablar.
—Yo no quiero hablar, Mingyu, no bloqueé tu número por nada —se queja y oye cómo el contrario suelta un suspiro.
—Estoy cansado, en serio —hace una pausa, Seungcheol ya sabe qué va a decir—. ¿Te parece correcto todo esto? Porque a mí no.
—Desde un principio nada fue correcto —habla débilmente y se abraza a sí mismo con más fuerza.
—¿No te parece egoísta tomar decisiones por tu cuenta? ¿Alguna vez me preguntaste qué quería yo? —Mingyu se oye molesto, dolido, todo eso que Seungcheol no desea escuchar.
—No importa —habla con voz baja y siente más lágrimas caer de sus ojos—. Por favor, no vuelvas a llamarme.
—¿Así vas a solucionar esto? ¿Haciendo de cuenta que nada sucede?
—Sí.
—Seungcheol…
—Mingyu, por favor, no vuelvas a llamarme —es lo último que dice y cuelga la llamada mientras vuelve a abrazarse a sí mismo.
El dolor es tanto que pasa la noche entera sin poder dormir.