Hacía calor... mucho calor esa noche en la habitación, que tantas veces había sido escenario de las demostraciones de afecto más apasionadas de los amantes. Los cuerpos sudorosos se convulsionaban bajo las sábanas, enlazados y sumergidos en el más profundo de los placeres de la carne.
"Ah... ah..." gemía la joven, con los ojos cerrados. "Ya no más, por favor..."
"Estás... más sensible que nunca" suspiraba el demonio, embistiéndola con brusquedad. "Te haré mía hasta perder el conocimiento..."
"AH... AH... ¡AMO SESSHOUMARU!"
...
"¿Amo Sesshoumaru?" preguntó otra voz muy distinta, como en un sueño.
"Rin..." balbuceó el demonio, alargando el brazo para estrechar fuertemente el cuerpo que tenía al lado, en la cama. Cual fue su sorpresa al encontrarse cara a cara con Jaken, su fiel sirviente.
"¡AAHHH!" exclamó, tirando lejos a la criatura. "¿Qué pasó?"
"Traté de despertarlo varias veces, pero no me escuchaba, amo" respondió el sirviente, sonrojado. "¿Qué estaba soñando?"
"Qué te importa..." se llevó la mano al pecho, intentando calmar su agitación. Sueños como ese se le repetían a diario, a causa de que, en la actualidad, no estaba teniendo tanto sexo como el hubiese querido.
El cuidado de un recién nacido demandaba mucho tiempo y energía, por lo que Rin tenía que ingeniárselas lo mejor posible para no descuidar su labor de madre. Por otro lado, él mismo pasaba las noches en vela cada vez que la niña se despertaba llorando, y todo para ayudar a la muchacha, que ya se encontraba en su última etapa escolar.
"¿Rin se fue para el colegio?"
"Sí, amo"
"¿Y mi hija?"
"Venía a avisarle que ya empezó a llorar de nuevo"
Sesshoumaru se levantó de inmediato y se puso su bata. Jaken había dejado a la niña en su coche, al lado de la mesa donde comían todos los días. El desayuno de esa mañana eran huevos fritos con tocino.
"¿Qué es esto?" preguntó el demonio, dando un gran bostezo mientras se sentaba a la mesa.
"Son huevos con tocino, amo" respondió el sirviente, rayando en lo obvio. "He oído que son muy populares en América a la hora del desayuno"
Sesshoumaru lo miró sin expresión alguna, haciéndole una seña para que se retirara. Luego se volteó hacia el bebé, que había dejado de llorar en cuanto lo vio.
"Hola Hikaru" le habló suavemente, inclinándose un poco sobre el coche para tomarla en brazos, cuidando de no dejar caer sus largos cabellos color plata sobre ella. "Soy tu papá, bebé. Sí, tu papá..."
En ese momento, sonó el timbre.
"¡Jaken, el timbre!" llamó al sirviente un par de veces, pero éste no venía. "Esto es el colmo..." balbuceó, yendo a abrir la puerta con el bebé en brazos.
Ojalá y nunca la hubiera abierto. Sintió que se le helaba la sangre ante la sola visión de aquella figura tan amenazadora, aunque muy familiar.
"Ma... ¡MADRE!" exclamó, lleno de horror al contemplar a la hermosa y sofisticada mujer, quien era su vivo retrato, pero en versión femenina. "¿Qué haces... aquí?" tartamudeó.
"No pareces muy contento de verme, hijo mío" respondió la mujer demonio, abriéndose paso. Estaba vestida muy formal, como si fuera a un evento, con su vestido negro ceñido al cuerpo y un costoso abrigo de piel, además de todas sus joyas y accesorios. "¡Es la peor bienvenida que he recibido en siglos!"

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Mi RIN
Romancees de lo que mas me encantó me encanta y además usan a una rin de 17 años Esta historia no es de mi autoría así que os dejo el link del creador así que disfruten : https://www.fanfiction.net/s/3804607/1/Hambre-de-ti