El motivo

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-Kenchin me llamó, ¿Qué pasó? -la pregunta de Manjiro no sonaba muy entusiasta. Odiaba que lo molestaran mientras descansaba, pero su fastidio no era precisamente por eso.

-Dile. -habló Ken con tono más serio que el de costumbre. El invitado miraba a los dos, esperando una respuesta, ella no quería decírselo, porque sabía todo lo que aquello provocaría.

-Ya no tiene importancia. -dijo ella con voz un tanto tímida. Entonces el más bajo miró al más alto, esperando que él le dijera algo.

-Díselo, Kimi. -Ken estaba determinado a no dejarla salir de ese círculo sin decirle todo a su amigo.

-Solo hablaré si me prometen no comenzar una guerra por esto.

-Eso no lo decides tú, ni siquiera yo, pero considerando la gravedad del asunto, creo que esto no debe quedar así. -dijo Ken sin bajar la cabeza, pero mirándola a los ojos.

-¿Podrían dejar de darle vueltas al asunto y decirme de una vez qué fue lo que pasó? -habló ya fastidiado Manjiro, mientras Ken suspiraba esperando a que Kimi hablara.

-Yzumi quiso besarme a la fuerza. -dijo ella de una vez por todas sin valor de mirarlos. Apretó los dientes esperando la reacción de su amigo más bajo.

-¿Eso es todo? -preguntó Manjiro, con las manos en los bolsillos, sin dejar de mirarla con expresión seria, ella miró a Ken, casi esperando una aprobación, él, quien se había parado al lado de su amigo, levantó las cejas y movió la cabeza en dirección a su pequeño mejor amigo. Ella pudo captar el mensaje de inmediato, no porque leyera su mente, más bien, porque se lo dijo antes de que llegara Manjiro. «Si no le dices todo a Mikey, se lo diré yo». Kimi suspiró y con dificultad habló, en voz baja.

-También quiso tocarme. - Ken no dejó de mirarla, ella sabía de alguna manera que lo que había hecho Yzumi no era nada que pudiera dejarse pasar, el miedo de Kimi era que Manjiro perdiera el control. La mirada del pequeño se dirigió a Ken, acto seguido, dio media vuelta y caminó alejándose de los dos, sin sacar sus manos de los bolsillos, apenas haciendo sonido con sus chanclas.

-Intentó violarla. -declaró Ken, sin voltear más que a medias la cabeza, solo para que Manjiro alcanzara a oír. Volvió la vista a Kimi, satisfecho de haber dicho todo, pero serio como un demonio. El que se retiraba se detuvo en seco y la mujer sintió que se le helaba el cuerpo entero.

-Me voy de aquí. -dijo ella, ya adivinando que el desastre estaba a la vuelta de la esquina y no quería ser partícipe de aquello.

-No vas a ningún lado, pequeña. -habló imponente Ken, ella no pudo evitar la mano fuerte del grandote rodeando su muñeca-. Tú vendrás conmigo, hasta que todo esto se solucione.

-¿Y cuál es la solución? -preguntó preocupada y un tanto enojada, mirándolo hacia su metro noventa.

-¿Qué demonios tienes en la cabeza, Kimi? ¿Acaso crees que dejaremos que un bastardo hijo de puta venga y te quiera hacer cualquier cosa e irse así como si nada? -No alzó la voz, pero eso era peor cuando se trataba de Ken.

-Vamos a casa. -habló Manjiro, sin voltearse, para continuar tranquilo su camino. Ken le soltó la mano a Kimi.

-Vienes con nosotros. -ordenó, pero ella se quedó en el mismo lugar, sin saber qué pensar. -¡Vámonos, Kimi! -dijo una vez más, pero Kimi bajó la cabeza y negó. Pensando en que siempre la protegían y ya no quería depender más de ellos. A lo lejos oyó a Manjiro decir «Vámonos Kenchin» y vio cuando Ken apretó a mandíbula, desvió la mirada, dio media vuelta y caminó tras su amigo de la vida.

Taiju Shiba - Donde mis ojos te veanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora