Aquella fue la mañana que recordaba Ken. Poca memoria tuvo del momento en que ella se metió a su cama, pero despertó con la mitad del cuerpo de Kimi encima del suyo y sentía que el calor que emanaban los dos juntos, más la temperatura natural de ese verano lo sofocaban. Además, tenía esa excitación molesta e involuntaria que se acentuó al observar aquella figura circular sutil en el encaje negro del calzón de Kimi. Decidió levantarse de una vez, antes de que ella se diera cuenta de aquello. Al hacerlo, ella apenas despertó y solo se volteó en la cama para seguir durmiendo. Él se metió a la ducha y cuando salió, Kimi aún dormía. La observó un momento y sin saber bien si era por su inminente deseo matutino u otra cosa, encontró que la mujer tenía una figura bonita, pero más allá de eso se fijó en su rostro, nunca se había detenido a mirarlo atentamente, tenía un rostro infantil, que con el cabello castaño claro le hacía ver aún más dulce. Por unos segundos pensó que se parecía a alguien, pero no lograba definir bien a quién. Pensó en Emma, pero definitivamente no se parecía a ella, Emma, en su adolescencia, como él la recordaba, era una muchacha más refinada, más delgada y femenina. Kimi no dejaba de ser femenina, pero sus facciones no alcanzaban a ser tan dulces como las de Emma, seguramente porque ella no era adolescente.
Dejó de mirarla y se vistió rápido, salió luego con el cabello húmedo y se sirvió desayuno. Unos minutos más tarde apareció Manjiro en la cocina, recién levantado, bostezando y rascándose las costillas
—Buenos días, Kenchin.
—Buenos días Mikey.
—¿Kimi fue a trabajar? Pensé que me había dicho que hoy tenía libre. —Ken evitó la mirada de Mikey mientras sentía que se sonrojaba, pero se puso de pie para buscar «algo» en el refrigerador, aprovechando el frío de este para quitarse ese calorcillo que se le subió a las mejillas.
—Creo que no trabaja hoy. —dijo desde el interior del refrigerador.
—¿Salió? —Entonces Mikey le robó la mitad de la tostada a Kenchin y se la comenzó a comer delante de él. Ken lo vio y puso cara de enojo.
—¡Oi! Ese es mi desayuno. Prepárate el tuyo, enano.
—Tú haces mejor las tostadas. —sonrió Mikey preparándose una taza de té. Se sentó luego al lado de Ken.
—¿Irás al taller? —preguntó el pequeño
—Sí, hoy llegarán las Suzki nuevas que prometió Hayao.
—Iré contigo, quiero verlas.
—¿Nos vas a ayudar a desarmarlas?
—Sí, tengo que ver si valen la pena.
—Te advierto que estaremos toda la noche.
—No será la primera vez que me quede toda la noche en el taller. —Ken lanzó una carcajada.
—No sería la primera vez, el problema es que te duermes igual y nos dejas todo el trabajo a nosotros.
—No puedo controlarlo. —contestó Mikey, haciéndose el desentendido.
—Si quieres ir, es cosa tuya, pero de verdad, sería de gran ayuda que no te duermas. —En ese momento se asomó Kimi a la cocina, con su camiseta hasta mitad de muslos y sin zapatos.
—Buenos días, muchachos. —sonrió con el cabello desordenado y los ojos un tanto hinchados de tanto dormir.
—¿Oh? — La cara de sorpresa de Manjiro se dirigió luego a Ken, como si le pidiera una explicación.
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Taiju Shiba - Donde mis ojos te vean
FanficKimi Daisuke, una mujer de 26 años, Manjiro Sano y Ken Ryuguji, también adultos, comparten apartamento, son amigos y como humanos que son, vivirán situaciones que llevarán a cuestionarse la amistad, para bien o para mal. Historia ficticia con perso...