Descubiertos

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Desde entonces, las cosas fueron estables; Manjiro continuaba con su negocio de compraventa de motocicletas, Ken con su taller, Kimi atendiendo el negocio de comidas y dos veces al mes se juntaba con Taiju para hacerle masajes y/o dormir con él. La relación entre ellos seguía siendo amistosa, e Yzumi pudo internarse en la clínica gracias a esa amistad. Manjiro y Ken no cuestionaban a Kimi, ella simplemente les decía que se iba a quedar a casa de su amigo Ganju  y ellos quedaban tranquilos, más que nada porque la veían bien.

Una de esas noches en las que Kimi se quedó con Taiju, después de cenar, jugaron a las cartas sentados en la alfombra de la sala, apostando, por supuesto.

—Si ganas esta partida, te llevas todo. —dijo él, casi seguro de ganar el póker.

—Trato. —Jugaron y Kimi ganó.

—¿Qué haces con el dinero que ganas? —consultó él sin parecer muy curioso. 

—¿El que gano contigo? —Él asintió revolviendo las cartas —. Lo dono a la caridad. —contestó ella casi como broma, tomando jugo.

—¿Se lo das a Yzumi? —preguntó él sin rodeos. Kimi soltó el jugo explosivamente y de paso se anduvo ahogando.

—Mi alfombra... —dijo en tono bajo Taiju, decepcionado, al ver que todo el jugo y las babas de Kimi quedaron desparramadas por la mullida alfombra blanca.

—¡Perdón! ¡Lo limpiaré!

—Déjalo así... la mandaré a lavar el fin de semana. Dime... ¿Por qué ayudas a Yzumi? —Kimi vio en los ojos de Taiju que él no estaba de bromas y respondió mientras intentaba secar con una servilleta el jugo y sus babas de la alfombra.

—Porque no tiene a nadie más. 

—Ya veo. Cuéntame. ¿Cómo llegaste a tener piedad por un tipo tan... puerco?

—¿Por qué dices eso?

—Porque conozco a muchas personas, y algunas hacen negocios con pandillas como la de ese cerdo.

—Deja de tratarlo así.

—¿Cómo se conocieron? —interrogó él, muy tranquilo.

—En la secundaria. Fuimos novios un tiempo.

—¿Y qué pasó? ¿Por qué terminaron?

—Terminamos porque él se fue a vivir a otra ciudad con su padrastro.

—¿Y cuándo volvieron a encontrarse?

—Hace como cinco años. ¿Podemos dejar de hablar de esto?

—No, yo quiero saber por qué lo ayudas. No me explico que una mujer como tú se venda para salvar a un miserable como Yzumi Kiritani.

—¿Lo conoces?

—Conozco a la banda para la que trabaja, y con eso me basta para saber que cuando ese bastardo muera se irá al infierno. Y si no me cuentas más, creo que terminaremos nuestros negocios acá.

—¿Estás bromeando?

—No, Kimi, no bromeo. He pensado en que, a pesar de tener una relación de negocios equitativa contigo, hemos llegado a tener cierta confianza entre nosotros, y aunque a veces crea que me pesa y niegue mis propios sentimientos, te he llegado a estimar más de la cuenta.

—¿Me estas declarando que te gusto?

—No. Solo te estoy diciendo que quiero verte bien.

Taiju Shiba - Donde mis ojos te veanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora