Capítulo 3. Independizarse (II)

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Al cabo de una hora mirando casas encontré una. Era la gran casa de una mujer llamada Madam Criss, la mujer tendría unos 78 años respecto a su foto. En la descripción de la casa ponía: "Yo, Madam Criss, estoy alquilando mis dos habitaciones, ya que me siento sola y necesito el dinero para mantener esta casa de gran valor. El precio de alquiler es de 150 euros al mes, agua, wi-fi y luz incluído. No se admiten animales." Rápidamente me interesó la oferta y se lo enseñé a Kleyn, dudaba, no entiendo porque, era buena oferta y además parecía buena mujer. Kleyn me miró y dijo:

- Lya, no me parece buena idea, no me fío de esta mujer. -le miré desconcertada.

- Pero, si ni si quiera la conoces, no deberías juzgarla a primera vista.

- Puede ser, pero cuando vayas a ver la casa yo te acompaño, no quiero que le pase nada a mi pitufa. - Le miro con ojos de cordero degollado y mi labio inferior se posa sobre el superior haciendo un puchero, él ríe.

- Sabes que eso no sirve conmigo loca. - Asiento y me rindo. Es mi mejor amigo desde que éramos pequeños, me conoce bien. Miro la hora, son las seis de la tarde, decido que es hora de ir a casa, pero antes llamo al teléfono de Madam Criss para avisarla que mañana, Kleyn y yo visitaremos la casa. Ella me atiende dulcemente y me explica que las llaves están debajo de la maceta con rosas blancas. Cuelgo, me despido de Kleyn con un fuerte abrazo y un beso en la mejilla. Cuando llegó a casa mi padre está sentado viendo la televisión, seguro me estaría esperando, me siento junto a él y le cuento lo de la casa de Madam Criss, mi padre opina lo mismo de Kleyn y se empeña en acompañarme, pero al decirle que él va a ir, se queda tranquilo y no insiste en venir, sabe que con Kleyn estaré segura, siempre me a cuidado.

Primera ImpresiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora