Capítulo 10

6K 446 12
                                    

Una brisa con olor a sangre me despertó. Forcé mi vista para lograr ver a través de la oscuridad, pero no conseguí nada. Sin embargo, pronto me percaté de que estaba en el maletero de algún coche. Mis manos se encontraban atadas por unas esposas, una cuerda bien prieta rodeaba mis pies y una tira de celo me prohibía hablar.

Intente moverme, pero mi espacio estaba limitado. Para colmo, detrás de mí había una bolsa enorme que si me movía lo más mínimo hacía ruido. Pronto toqué con mis manos otras manos, al principio me asusté y pegué un brinco que sirvió para alejarme unos milímetros. Después, valiente, quise asegurarme de que aquella bolsa a la que daba la espalda contenía un cadáver, por lo que acerqué de nuevo mi mano a la misma zona y toqué algo que parecía ser una mano. Sin esperarlo ni desearlo, el coche atravesó un bache, por lo cual salto, haciendo que cuando yo estaba tocando aquella mano, se moviera y me diera un susto aún mayor. Por lo que un grito callado salió de mí, pero fue ruido suficiente como para que se dieran cuenta de que estaba despierta.

—Pensaba que le habías golpeado más fuerte —Dijo uno con voz ronca.

—No la he golpeado, se ha desmayado ella sola —Argumentó el otro, con una voz aguda.

—Te dije que la dieras por si acaso.

-¿Qué más te da?

—Es un vampiro, no me siento seguro con ella detrás.

—Una vampiresa —Corrigió el segundo.

—¿Qué?

—Una vampiresa, un vampiro es en masculino, pero ella es una chica, por eso es vampiresa.

-¿Quiéres que te meta en el maletero con ellos?- Se enfureció la voz ronca- Conducé y caya.

Aquel ELLOS me había dejado pensante, ¿quién viajaba detrás de mí? ¿Estaba vivo?

Y de pronto la imagen de Dylan en el asiento del conductor, sangrando, herido e inconsciente, me vino a la cabeza.

¿Lo habían matado? Aquella idea me maltrataba por dentro, rezaba porque la persona que tenía en mi espalda no fuera nadie que yo conociera, pero a la vez, estaba casi segura de que era. Todo encajaba.

—Ya estamos casi— Rompió el silencio la segunda voz.

—Se alegrará de ver que llegamos antes y que la traemos viva.

—¿Qué crees que hará con ella?

—¿Crees que me importa?— Dejo un silencio para que el otro pensara— A ti tampoco te importa.

—¿Y si la mata? ¿Crees que es capaz?

—Es lo más seguro, ya sabes cómo es el jefe.

—¡Pero solo es una cría!

—¿Cuándo le ha importado la edad? ¡Piensa estúpido! — Dijo y se escuchó como le pegaba una colleja.

—Ay... me has hecho daño —Se quejó.

Sentí como un puñal se clavaba lentamente en mi estómago. Iba a morir. ¿Acaso ese era mi final? Pero sobre todo ¿A dónde me llevaban? ¿Con quién? ¿Henry seria quién estaba detrás de esto? La verdad es, que era lo más probable. Pero... ¿Sería capaz de matar a su propia hija?

No pude pensarlo más ya que esta vez no era una metáfora, literalmente, algo se había clavado en mi estómago. Y aunque en ese momento no lo tenía metido, la herida empezó a dolerme en ese momento. Tanto que quería gritar, quería romper cosas. Sentí como mis ojos se teñían de rojo y mis dientes crecían. Iba a explotar de dolor. Nuevamente, me terminé desmayando.

* * *

Todo se encontraba en silencio, o al menos para Dylan, quien no escuchaba nada. Pronto decidió volver, ya que una imagen paso por su memoria. La imagen de Lia. Su compañera. Su amiga. O quizá algo más. Al menos, eso empezaba a pensar él.

—L...Lia— Susurro mientras tartamudeaba de dolor— Li...a— Repitió buscándola con la mirada e intentando levantarse, pero el dolor que sentía era superior, por lo que acabo cayéndose— ¡Lia! — Aulló con todas sus ganas, no quería hacerse a la idea de que aquellos hombres la habían secuestrado— ¡LIA!

Pero el silencio era cada vez más mayor. Aquella chica a la que el tanto deseaba ver intacta, no se encontraba en la escena y aunque deseara levantarse y correr a buscarla, no conseguía moverse. Por eso sufría si mayor tortura.

—Dylan— Llamó alguien mientras se arrodillaba ante este.

Dylan empezó a escuchar, sus oídos volvían a funcionar y un alboroto importante le dejo sordo, pero esta vez, no era literal.

—Dylan— Repitió de nuevo la voz.

El muchacho se arrodilló ante el joven que lo llamaba, sabía quién era y lo que quería.

—Hazlo —Pidió— Mátame.

Él otro chico no contento.

—Le he fallado, era su salvación y la he dejado ir, sin luchar, sin defenderla.

—No podías hacer nada.

—Podía, siempre se puede hacer algo más. Hazlo, mátame.

El muchacho se levantó y miro al fondo.

—Voy a recuperarla y cuando lo haga, si se entera de que te he matado, no volverá a dirigirme la palabra.

—Entiendo, pero no puedo seguir vivi...

—Dylan, ella se alegrará de verte vivo, lo sé.

Dylan cruzo una mirada seria con el chico y después recupero las fuerzas necesarias para levantarse.

—La rescataremos— Afirmó— La he jodido, pero lo arreglare.

—Vete a casa y cúrate— Finalizó sin hacer caso al joven y marchándose.

—¡Harry!— Nombró al fin— Prometí protegerla, y lo haré, aunque deba dar mi vida por ello.

—Estas herido— Recordó mirándole de arriba a abajo.

—Y tú, solo que mi herida es física y tu herida es psicológica.

Harry hizo una mueca, dispuesto a reírse, pero en el último momento borró su sonrisa.

—Estás loco Dylan —Concluyó ayudándole a moverse y llevándolo a su moto.

—¡Chicos! —Gritó Vanessa por detrás mientras los dos se daban la vuelta— ¿No pensareis rescatarla sin nosotros, verdad?— Quiso asegurarse refiriéndose a todos los hermanos y al pequeño grupo de cazadores.

—Unidos lo haremos mejor— Añadió Luke.

Dylan y Harry se miraron, no era lo que habían pensado. Pero no podían pensar en heroísmos, sino en cómo ayudar de la forma más rápida y eficaz a su compañera y amiga.

—Pensaremos un plan, un buen plan— Confirmó Harry.

Muerte vampirica (SpV#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora