Capítulo Trece.

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Pequeñas lágrimas se asomaron por los llamativos ojos negros del humanoide de moteado traje, lágrimas que con rapidez las secó con la manga de su traje. En un intento de calmarse cerró con un poco de fuerza sus ojos, mientras que asentía con levedad la cabeza escuchando atentamente las palabras de su esposo.

—Lo peor es que ya lo sabía... -- río con un poco de amargura mientras que miraba a otra parte de la oficina, sentía sus ojos cristalizarse nuevamente. — Empecé a sospechar de esto cuando no me dejabas ir a las revisiones del bebé, pero aún así me aferré a la idea de que íbamos a ser padres y eso me bastaba.... Pero la enfermera Ann, me confirmó aquello que temía que fuera cierto. -- Soltó un hondo suspiro para mirar a los ojos a su querido esposo, le dolía bastante lo que le hizo, ¿ilusionarlo de esa cruel manera para luego saber que eso solo fue una vil y dolorosa mentira? ... El sabía que su pareja la estaría pasando fatal, puesto a que su primo estaba esperando a gemelos y él... tenía problemas de fertilidad.. y eso sin duda alguna debía de estar matándolo del dolor, no podía y no quería dejar a su esposo, el humanoide amaba con locura al castaño y nunca se permitiría así mismo dejarlo y mucho menos en una situación como esa. 

—Jeff.... -- agarró con delicadeza la mejilla de su esposo, mientras que miraba a esos ojos que lo enamoraban. —Esta mal lo que hiciste... pero no te preocupes, no te dejaré, pero por favor prometeme que, no volverás a hacer algo como eso ¿Si mi sol? -- habló queriendo que su pareja no tuviera miedo de que se alejara de él, pues eso es algo que nunca podría hacer.

( . . . )

—Verás como estarán bien amor. -- habló el ser inhumano mirando a su esposo, para dedicarle una sonrisa pequeña. —Al fin y al cabo, todos alguna vez hemos cometido errores, ¿No?. -- añadió para darle un tierno beso en la frente al pelinegro.

El pequeño de cabello café se acerco a su esposo y lo miro. —Es mejor volver a casa... Es tarde... —le miro y suspiro para separarse e ir hacia la puerta.






























































El pelinegro de ojos celestes fruncido el ceño y se levantó para ir hacia la ventana. —¿Por que vivimos cerca de la raya...? —dijo mirando hacia aquella "línea" del centro que dividía los cinco "reinos".

El humanoide de la rosa miró al igual que el más joven aquella raya, que dividía las casas. —Bueno, a todos los 'jefes' les 'molestaba' vivir en su mansión con la raya cerca, y yo fui el único a quién no le molestó. -- habló como si fuera lo más normal, mientras que levantaba sus hombros con simpleza. —¿Por? ¿Te molesta?

—No. Mira eso. —señalo el frente, habían tres líneas de árboles derechos y la cuarta cerca de la raya estaba podada por la mitad de Tenderman, los árboles cerca de la raya de Tenderman estaban secos y los del lado de los happypastas eran de color rosa.

—Es como, todo normal, todo normal, hábitat salvaje, bosque descuidado, fiesta, Zalgo los libre y proteja, los alrededores de la raya más bonitos son el de nosotros y el de Slenderman. —miro a su esposo y dio un suspiro.

—¿Crees que algún día acabe el toque de queda...? —miro al mayor, a ciertas hora de la madrugada una campana sonaba para advertir que nadie saliera por los Hardpastas de la casa de Tenderman ya que ellos atacaban sin piedad  a lo que se les cruzara, un nuevo miedo se desbloqueo.

—Tenemos que proteger a los niños... Agh..¿Q-que tal s-sí les hacen algo...? ¿Y si dejan de tener piedad y atacan directamente a las casas... ? ¿Que vamos a hacer...? Maldición... ¿Por qué vivimos tan cerca de la raya? No lo había pensado así... Esto cambia las cosas..
—lo miro con un aire de preocupación consistente.

𝕋𝕠𝕕𝕠 𝕖𝕞𝕡𝕖𝕫ó 𝕡𝕠𝕣 𝕧𝕖𝕟𝕘𝕒𝕟𝕫𝕒. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora