Prólogo

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Lo único que oía era mi respiración agitada y mis piés acelerados pisando la nieve recién caída.
Mantenía la cabeza gacha y el cuerpo encorvado de dolor, mientras mi mano izquierda presionaba las vendas que cubrían mi estómago.
Corrí entre árboles y arbustos cubiertos de escarcha, buscando desesperadamente algún sitio donde esconderme, donde Ella no pudiera encontrarme.
Sabía que ese sitio no existía ni jamás existiría, aunque si hubiese algo parecido a ello, sería la fortaleza de mi padre.

Hijos De DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora