Tengo pocas memorias antes de El Día, pero por entonces todo era diferente. Mi padre, el duque Yotland, siempre se encargó de que recibiese una buena educación, y crecí entre libros y tutores.
¡Llegué a manejar con soltura hasta 5 idiomas! Aunque a mi pesar, apenas recuerdo tres.
Estudiaba idiomas, historia, geografía, matemáticas y cualquier otra materia que a mí padre le pareciese útil para mí futuro como su sucesor.También se empeñó en que aprendiese a manejarme con la espada y defenderme de cualquiera que me atacase en el futuro (aunque jamás me habría servido contra Ella).
Mi infancia fué solitaria, al ser el hijo del duque, no estaba bien visto que me juntase con otros niños que no fuesen nobles. Mi padre estaba siempre muy ocupado y mi madre nos había abandonado cuando yo apenas tenía 5 años, llevándose a mi hermano recién nacido para jamás volver.
No sabía nada de ella y solía preguntarle a mi padre, pero se negaba a contarme nada y solo me observaba con aquella mirada melancólica y nostálgica que tantas veces apreciaba en su rostro.
Cuando tenía 8 años, me hice secretamente amigo de Zayra, una chica campesina, que solía acompañar a su padre, el principal proveedor de tomates del condado a traer sus frutos a las puertas de la fortaleza del duque para su intercambio semanal.
Zayra era aventurera, curiosa y amable, con su pelo pelirrojo siempre anudado en una coleta y pecas que danzaban en su rostro. Recuerdo pensar que estaba enamorado de ella y puede que alguna vez la llegase a besar, pero que queréis que os diga, solo tenía 8 años y eran locuras de la infancia.
Le enseñé mi gran biblioteca, pero ella no se mostró muy impresionaba y descubrí conmocionado que era analfabeta, por otra parte, le fascinaron los pasadizos secretos que escondía el castillo y solíamos pasar horas riendo y escondiéndonos.
Nuestra amistad se prolongó hasta que cumplí los 10, donde un día Zayra me reveló que su padre la mandaba con su tía a una ciudad en el condado Trehorn para que al fin estudiase y viviera allí.
Mi corazón se rompió en pedazos al perder a mi única amiga, pero no podía hacer nada.Pasó el tiempo, y a los dos años, mi padre me llevó a la capital, a ver al rey.
Tendríais que haberme visto, con mi pelo castaño repeinado hacia atrás, con un traje que hacía honor a mi posición como hijo del duque y todo nervioso.Íbamos mi padre y yo en un carruaje y a través de la ventanilla veía pasar las abarrotadas calles de Tresh, la capital del reino, donde mercaderes, músicos y artesanos salían a las calles para ganarse la vida.
Cuando llegamos al palacio, mi mandíbula prácticamente se me desencajó.La fortaleza en la que vivía era alta, de piedra, robusta y funcional. Pero el palacio del rey era otra cosa.
Altas torres de cristal con puntas de marfil, arcos de mármol y banderas de seda... Una obra arquitectónica exquisita, si me preguntáis a mí.Las puertas abiertas estaban vigilados por dos guardias en uniforme azul y dorado que se acercaron a nosotros.
Tras asegurarse de nuestra identidad, nos dejaron pasar.Grandes alfombras, tapices con ribetes de oro, cuadros nobles y lámparas de araña que cuelgan del techo dejando reflejos en las paredes. Era un palacio lleno de lujos y hasta el último rincón rebosaba de riquezas.
Mi padre y yo, acompañados de una pequeña escolta, atravesamos los pasillos hasta llegar a unas grandes puertas, en las que los guardias se apresuraron a abrir cuando nos vieron llegar.

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Hijos De Dragón
FantasyRen es el hijo del duque Yotland, y viven en un mundo en el que los sangre dorada son inferiores a los demás. Cuando estos se alcen y tomen control del mundo, los roles cambiarán y Ren será obligado a huir y esconderse para sobrevivir. Aila ha sido...