La reunión

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- ¡Despierta!
Cuando abrí los ojos pude ver una cara amigable que me miraba fijamente. Me incorporé rápidamente y pude comprobar que se trataba de la princesa Alanna.
Era muy guapa, con pelo rubio y lacio y unos ojos azules profundos.

- Eres Renyold, ¿Verdad?

- Prefiero que me llamen Ren, alteza.

- Oh, Ren, por favor, no me digas alteza. - Me miró con el cejo fruncido.

Suspiré.
- Princesa Alanna, ¿porqué ha irrumpido en mis aposentos para despertarme?

- ¿Para qué va a ser? ¡Para que me acompañes a espiar a nuestros padres! Es súper injusto que dejen a mi hermana estar ahí y a mí no. Además, casi todos los nobles del reino han acudido, tiene que ser muy importante.

- Eeeeeh, siento decepcionarla, princesa, pero no creo que deberíamos hacerlo.

- ¿Por qué no? Ya sé que mi hermana es cinco años mayor que yo, ¡Pero eso no debería suponer una diferencia! Además, ¿no tienes curiosidad de lo que estén hablando ahí dentro?

- Yo...

- ¡Lo sabía! Pues venga, sal en cinco minutos.

Y con ello salió de mi habitación.
Todavía sorprendido por la situación, me vestí pensando que esto era una muy mala idea. Alanna era solo dos años menor que yo, pero parecía tener ideas muy inapropiadas para una princesa, aunque es verdad que me intrigaba lo que estuvieran debatiendo en aquella reunión.

Al salir, seguí a la joven por los pasillos y por suerte no nos cruzamos con nadie.
Llegamos a una puerta por la que se oían voces en el interior.

- Tú vigila que nadie venga mientras yo miro por la rendija.

Me pareció bastante injusto, así que cuando comprové que nadie se acercaba a nosotros, pegué mi oreja a la puerta.

- Majestad, deberíamos hacer algo al respecto. - La voz de mi padre se escuchó tan cerca que por poco pegué un brinco.

- ¿Qué sugieres, duque?

- Creo... Que deberíamos convocar a las legiones que se encuentran buscando a los rebeldes y que ellos apresen a todos los Sangre de Dragón.

Hubo grandes protestas, pero el rey acalló a todas.

- La amenaza de esos monstruos no me asusta en absoluto. El ejército está haciendo cosas mucho más útiles cazando a esos traidores que ocuparse de unos pocos especímenes fugados.

- Al menos, su Majestad, se asegurará que no se puedan aliar con los pueblos libres del norte.- Esa voz no la reconocí.

- Majestad, si los Sangre de Dragón se liberan y recuperan su antigua fuerza, estaremos todos perdidos, al fin y al cabo, nuestra sangre...

- Silencio duque, la sangre plateada siempre será más poderosa que la dorada. Además, ese pueblo fué ya derrotado y puede volver a serlo. - El rey parecía molesto.

- Pero entonces nuestros antepasados contaban con la ayuda del sliochd aon-adharcach.

Todos guardaron silencio, mientras yo trataba de recordar de qué me sonaba ese término. Mientras tanto, el rey volvió a hablar.

- El sliochd aon-adharcach es una leyenda. Se acabó, no voy a hablar más de este tema, los sangre dorada fugados serán encontrados pronto y no necesita darle más importancia.

Entoces la princesa me miró aterrada, pasos se acercaban a nosotros. Le agarré de la muñeca y corrimos rápidamente.

Hijos De DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora