2

3.5K 223 199
                                    

— Hola Cinco.

La mención de mi nombre me llamo la atención y en ese momento me di cuenta que Dos y su grupo de amigos fastidiosos está de pie frente a mí, muy cerca de mí. Sus ojos negros destilaban burla, lucia contento, Él me miró de arriba a bajo para luego preguntar:

— ¿No estás molesta verdad? ¿No querrás hacerme daño verdad? —En verdad sí, pero no quería meterme en problemas, Dos era más fuerte que yo sería estúpido si hiciera algo contra él.

No respondí.

— Déjala Dos ¿Acaso no ves que es muda? —Dijo riendo, Seis a su lado mientras me veía con superioridad.

Cerré mi puño con fuerza, mordí el interior de mi boca aguantando las ganas de darles una bofetada.

— Vamos Cinco, habla quiero oírte —Dijo Dos acercándose— O, tienes miedo? —Dijo retador.

— ¿Que está pasando aquí?

Un escalofrío recorrió por mi nuca al escuchar esa familiar voz.

Era Peter.

Dos dio pasos atrás, alejándose de mí mientras veían a Peter de mala manera.

— No pasa nada —Dijo con ironía— Solo charlabamos, ¿Verdad Cinco? —Dijo mientras me daba una mirada amenazante, eso me hizo dudar si decir la verdad o no.

— Cinco, eso es verdad? —Preguntó Peter. Peter me miraba directamente a los ojos esperando una respuesta de mi parte.

No respondí, solo aparte la mirada.

Peter dirigió su mirada a Dos, una mirada amenazante que hizo que este le alejará de Cinco con temor.

— Es hora del desayuno, vamos —Dijo con una expresión seria— Vayan antes que venga su Padre—Dijo con autoridad.

Asentí. Me acerqué a Once y la tomé con delicadeza para llevarla al comedor.

Cinco y Once se sentaron en una de las mesas a comer, habían preparado su desayuno favorito: Panqueques. Sin embargo, Cinco no tocaba su comida solo jugaba con los cubiertos, Once la miraba extrañada ya que la castaña amaba los Panqueques.

— Cinco —dejé de respirar cuando oí una voz masculina a mi lado—. ¿Por qué no estás comiendo? —giré la cabeza encontrándome con unos ojos azules, hermosos.

Era Peter. Él era uno de los enfermeros que siempre estaba cerca de Papá, se caracterizaba por su repetitivo atuendo blanco, con unos perfectos zapatos lustrados. Él traje de por sí todos los enfermeros lo llevan, pero a Peter se le veía muy bien, demasiado la verdad.

Peter notó que lo estaba mirando más de lo debido, aparté mi mirada, no le respondí estaba segura que mis mejillas estaban rojas de la vergüenza.

— ¿Te sientes mal? —dijo sentándose a mi lado.

De nuevo, no respondí.

— Es por lo de hace rato, ¿Verdad? —levanté mi mirada encontrándome con la de Peter, nerviosa negué aunque el ya sabía que mentía.

Suya - Violet HopperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora