El Retorno de la Memoria y los Misterios

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No hay alma, por poco noble que sea, que permanezca tan aferrada a los objetos de los sentidos que, a veces, no se aparte de ellos para desear un bien mayor.

Descartes (1596 - 1650) Filósofo y matemático francés.

En aquel silencio que proporcionaban las estrellas, la Luna se lo cedía, otorgaba a la noche. Los olores que son particulares de la noche le ensanchaban la boca y le alimentaban su espíritu, su alma, su ser. Al contemplar esto Dios abría los cielos para el disfrute de la madre tierra.

Los sonidos en aquel silencio de aquel invierno que teñían de blanco la tierra y hacía que todo se marchitase o se resguardase. Acompañado en el firmamento por aquellos satélites naturales que iluminaban la noche con perfecta claridad en aquella habitación donde tres mujeres estaban al rededor de una cama lujosa.

En la cual una mujer de cabelleras rojizas como las brasas del fuego en extinción de piel clara y ojos azules como el mar. Que gritaba de dolor mientras una de las mujeres, la más anciana y al parecer con más experiencia, se colocó entre las piernas de la mujer mientras le pedía que pujase más fuerte.

-Puja hija, puja más fuerte que ya falta poco.

Mientras aquella anciana le daba ánimos a aquella mujer, los gritos resonaron en aquella habitación espaciosa, dio paso a una cuenta regresiva para un mito el cual daría a conocer en el futuro. Pero antes este mismo deberá de nacer.

Con gritos ahogados de la madre y con los ánimos de la mujer anciana que le pedía que pujara.

-Puja que ya estás coronando.

-!! TÚ CREES QUE ESTO ES MUY FÁCIL!!

Gritando a aquella mujer anciana, mientras seguía pujando con fuerza, mientras era acompañado con gritos de dolor pleno hasta queel llanto de un bebé se escuchaba a todo pulmón, el cual era sostenida por la mujer anciana entre sus brazos.

La cual procedió a cortar el cordón umbilical que estaba en su vientre y lo envolvió en una manta blancay lo entregó a una mujer de cabellos rojos como las brasas de un fuego en extinción; de piel clara, ojos azules como el mar, una barbilla perfilada, cejas delgadas y bien definida y labios rojos como una fresa madura.

-Aquí tiene señorita su hijo

La mujer anciana le entregó el niño quien lloraba a la mujer que debería ser su madre.

-¿Cómo quiere llamarlo?

La Mujer recibió entre sus brazos al niño que no dejaba de llorar hasta que sintió el calor de su madre y dejó salir una pequeña risita de alegría que les saco una pequeña sonrisa a todos y más en específico a su madre.

- Bienvenido al mundo mi pequeño rayo de sol, mi querido Erlick.

La mujer acercó su rostro al de su hijo gentilmente y con la punta de su nariz acarició juguetonamente la nariz de su hijo y dejaba caer sobre su rostro su cabello mojado por el sudor.

Que era apoyada por la luz de la luna que entraba por la ventana y relaja el ambiente enterneciendo más el momento.

La pequeña paz que percibía en el ambiente fue interrumpida por unos golpeteos en la puerta de la habitación que resonaron en todo el cuarto y una voz se hizo presente del otro lado de la puerta y por su fuerza y tono era la de un hombre.

La puerta se abrió dejando pasar la figura de un alto hombre entre sus 34 o 36 años de edad, con una cabellera lacia de un color castaño claro, de piel clara llegando a un color crema opaco. Un cuerpo bien definido, aunque sus ropas lo cubrieran se denotaba su físico, unos ojos azules como el mar y una barbilla partida, resaltando su imponente presencia con una barba en forma de candado tradicional no muy frondosa.

The Sword Warrior of DarknessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora