La Canción de la Nieve y el Hielo

3 0 0
                                    

Si tu llamas experiencias a tus dificultades y recuerdas que cada experiencia te ayuda a madurar, vas a crecer vigoroso y feliz, no importa cuán adversas parezcan las circunstancias.

Henry Miller (1891-1980) Escritor estadounidense

El invierno perpetuo que reina aquellas tierras del norte se desvanecía en pocas ocasiones al año, en que la primavera y la calidez del sol acariciaba la tierra y de ella la vida floreció, en donde solo los locos y los fuertes, entre los más fuertes sobrevivirían.

Las calles se llenaban de personas y distintas especies no humanas que convivían en paz entre los humanos en este milenio del mundo en el calendario de los Reyes celestiales.

El cual pautaba las edades del mundo, que a los ojos de Erlick, quien había venido de un mundo que se dirigía a la decadencia absoluta y solo pudo ver su mundo anterior, así fue por breves, momentos de su niñez, antes de ese fatídico día.

La mente de Erlick seguía viendo como la nieve se derretía lentamente ante el avance del sol imponente que sé herejía en el firmamento y empequeñecía a los habitantes de esta roca flotante en el cosmos y su sistema solar.

Erlick, aunque fuese un niño de dos años de edad; en ese momento su personalidad se asemejaba a la de un hombre casi desarrollado de unos diecinueve años, que era a la edad que murió pulverizado por ser el héroe en su tiempo, aunque ese acto sea olvidado por los registros históricos al igual que las personas que lucharon y murieron por la promesa de un mundo mejor.

Pero Erlick miraba con fascinación todo lo que este mundo le arrojaba, desde su nacimiento hasta ahora el frío que daba aquellas portentosas heladas acompañadas por las tormentas de rallos, que a su mente no concebía como eso podría pasar en la vida.

Desafiaban toda física natural que él conociera sobre como se comportaba la atmósfera de este mundo, muy diferente a la de la tierra y como se movían las ventiscas erráticamente que podían durar meses o inclusos simplemente horas. Con vientos capaces de alzar a un hombre adulto por los aires o simples ráfagas de viento que te hacían retroceder un poco cuando te impactaban.

Eso en un principio le causo mucha intriga, siempre que podía comparaba las posiciones de las lunas, con los conocimientos que tenía de astrología y climatología, entendía que el tener dos satélites orbitando este planeta causaba que muchas anomalías aparezcan en este lugar del mundo.

Además de que aquella picazón que sentía detrás de la nuca, ahora se extendía por todo su cuerpo y se volvía más insoportable tras el transcurso de los años u días.

Sentado en su habitación, Erlick miro sus pequeñas manos e inconscientemente pronuncio la palabra "hielo", en voz alta, sin pensarlo como un reflejo a su petición, la ventana y parte de la pared se empezaron a congelar y formarse una gruesa capa de hielo que heló toda la pared y la ventana.

Gracias a la presión ejercida por el hielo sobre la ventana, esta en pocos segundos estalló de adentro hacia afuera, generando una gran cantidad de ruido, atrayendo la atención de los que estuvieron cerca de la explosión.

Los sirvientes junto a Ana y a Na'sha que corrieron hacia el sonido que identificaron que provenía de la habitación de Erlick, suponiendo que alguien había irrumpido en esa habitación o peor que "él" los había encontrado en poco tiempo.

Abriendo la puerta de un solo movimiento, Ana entro en la habitación justo a tiempo para ver como la pared de la habitación caía hacia el patio aledaño y reaccionando justo a tiempo para atrapar el cuerpo de Erlick que caía de espalda hacia el suelo desmallado y derramando sangre por sus fosas nasales.

The Sword Warrior of DarknessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora