✵ C:26 - RULES

90 27 1
                                    

NADIE PUEDE SALVARTE SINO TU MISMO Y MERECES SALVARTE.

Ella. 1 de octubre de 2017.

Al abrir los ojos lo primero que percibo es la luz, una punzada de pánico me atraviesa, haciendo que parpadee una, dos, tres y hasta cuatro veces hasta que mi vista se aclara lo suficiente como para darme cuenta de que no estoy en un hospital.

Estoy en un lugar mucho peor.

«La enfermería del instituto».

Todo me da vueltas, necesito salir de aquí, el lugar me asquea exageradamente, tanto, que estoy segura de que podría estar tirada en el pasillo y me sentiría mucho mejor estando ahí.

Mi mente se nubla con los recuerdos distorsinados que pasan por mi mente, me siento abrumada al punto en que quiero llorar, pero no hay lágrimas, me siento excesivamente en calma, ni siquiera soy capaz de hacer ruido, solo sé que quiero salir de aquí.

El cuerpo me pesa, por un momento creo que no voy a poder pero termino sentándome en la camilla.

Ya no traigo puesto el traje del concurso, en cambio tengo uno de los suéters que le expropie a Jaden y unos pantalones negros de malla, intento enfocar la vista para ver la hora en el reloj de la pared, sin éxito.

Me restriego los ojos, no entiendo porque tanta pesadez, tanta...

Me medicaron.

No hay otra explicación, y maldigo mentalmente volviendo a recostarme en la camilla.

«No voy a llegar a ningún lado así».

Minutos después lo vuelvo a intentar, mi vista ya no está tan borrosa, y logro distinguir los números en el reloj.

«Son casi las nueve de la noche».

Todavía queda algo de ruido fuera, y no me extraña ya que solo han pasado poco más de dos horas, y estás reuniones suelen alargarse, más aún cuando los eventos son privados.

Trato de enfocar la vista para ver en mi brazalete, todavía hay algunos puntos blancos y negros dificultando mi vista, pero logro distinguir que ya no hay ninguna advertencia.

Mi ritmo cardíaco está normalizado casi por completo.

Y casi, casi se siente raro.

Cuando vuelvo a levantarme, tan pronto como mis pies tocan el suelo confirmo que el efecto de lo que sea que me hayan inyectado ya ha disminuido casi totalmente.

Parece y me siento como si me hubiera pasado un camión por encima, el poco maquillaje que me pusieron se corrió, los apliques lucen desordenados y mi cabello se secó mal ya que estaba acostada.

Las piernas me duelen, al igual que mis brazos cuando intento levantarlos, termino por descartar la idea de estirarme y miro a mi alrededor antes de buscar la salida.

«Me enferma estar aquí».

Al llegar a la puerta siento como cada fibra de mi cuerpo se relaja, el alivio que siento es inmenso y estoy a nada de abrir la puerta cuando...

—Es... Sí... Lo entiendo pero...

—No... No voy a... Puedo, pero...

Las voces se escuchan lejanas pese a no estar muy lejos, el bullicio de afuera no colabora, me pierdo gran parte de la conversación y gruño con frustración, casi al borde de hacer una rabieta.

Pego la oreja a la pared en cuanto reconozco la voz de Jaden, mi mente se va esclareciendo a medida que voy captando mejor palabras.

—¡Estuvo así de cerca de un infarto!

MÁS ALLÁ DE LAS ESTRELLASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora