" Mi meta es volverte loca en todos los sentidos... "
Confundir la realidad con un sueño es mortal para los seres humanos...
La psicóloga esta vez no podrá ayudarte con tus problemas...
El sonido del reloj le aviso que su tiempo ha terminado.
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La pregunta de Adrián me incomodo bastante, me removí incomoda y se que Peter se dio cuenta de aquello.
— No, no tengo novio — Conteste amablemente.
Note que iba a hacer una pregunta pero decidí incluir a Peter en nuestra conversación.
— ¿Tus labores ya terminaron Peter? — Pregunté hacia el, el cual tenía el ceño fruncido.
— Claro, ¿Acaso interrumpo algo? — Preguntó señalándonos a ambos.
Negué rápidamente, Al parecer había malinterpretado mi pregunta.
— ¿Tenemos trabajos juntos? — Pregunté de nuevo.
El asintió.
— Si, pero si quieres puedo hacerlo solo y tú hablas más con Adrián. — Dijo señalándonos a ambos entre sí.
Quería golpearlo.
— Muchas gracias Adrián por acompañarme, iré a trabajar con Peter. — Hablé parándome de la silla y levantando suavemente a Peter, el cual hizo una mueca de dolor.
— ¿Estas bien? — Preguntó Adrián hacia Peter.
— Perfectamente. — Contestó fríamente.
Nos lleve a ambos a la enfermería, la cual sabía que estaba sola porque las enfermeras estaban atentamente comiendo.
— ¿Si tenemos trabajo? — Pregunté con curiosidad.
La suave risa de Peter llamo mi atención.
— Juntos no, tienes por separado tu, pero noté que querías estar más tiempo con el... —Tocó su barbilla.
Golpee suavemente su hombro.
— Peter... ¡Quería huir de ahí! — Eleve un poco mi tono de voz.
— No parecía. — Contestó.
Gire los ojos, me acerque hacia las mesas donde habían nuevas vendas, aproveché para cambiármelas yo sola.
Sentí el cuerpo de Peter posicionarse atrás de ti, acercó una mano a lo que sostenía y dijo.
— Te ayudó. — Dijo tomando las nuevas vendas.
Gire mi cuerpo para encararlo, sentí como suavemente iba quitando las vendas sucias, sonreí al ver con la delicadeza que lo hacía.
— ¿Te duele? — Dijo al retirar completamente las vendas usadas.
Negué mientras veía sus ojos.
Sentí como paso suavemente el alcohol por mis heridas.
— ¿Estas segura que no te duele? — Preguntó nuevamente hacia a mi. Negué en una sonrisa.
Abrió las vendas con cuidado y sentí como suavemente las enrollaba en mis manos.
