En las esquinas, donde la esperanza y la realidad se unen buscaban los amantes a su otra parte, sentían que tal vez al doblar de alguna esquina, en algún momento, por casualidad o por destino se encontrarían con el otro, después de cientos de esquinas los amantes estaban ahogados en la desesperanza, y entonces, decidieron no dejarselo todo al destino, decidieron actuar. Empezarían a buscar por todas partes incluso en sus sueños. Veinte años pasaron de la búsqueda y ya se habían rendido los cuerpos, pero los corazones se seguían buscando.
Las campanas de la puerta de una cafetería, una rubia camarera, y un chico cantante entrando por la puerta. Los corazones se abrazaron y las estrellas sonrieron por un momento aunque era de día. No se sabía si era casualidad, o la gran cómplice los había vuelto a unir, tampoco era importante, lo importante era que estaban uno al lado del otro, de nuevo. Cuando el chico trata de acariciar el cabello que lo había echo sanar, cae otro cabello sobre su hombro, y otras manos toman la suya. El corazón dañado no había aguantado la pérdida y decidió buscar otro corazón que aplacara las heridas, no las sanara, porque esa capacidad solamente la tiene una persona, la chica del pelo rubio, la misma cuyo corazón quedó destrozado por el mismo que ella había sanado. La chica nunca se rindió, y pasó veinte años de su vida sola esperando a su otra mitad, ahora eran dos mitades dañadas, dos corazones rotos.
Se hizo de noche y la chica agarró su guitarra y salió a la calle, iba por todas partes dejando su mitad de alma en niños y ancianos, todos sabían que era un cuerpo con un alma incompleta caminando por todas partes buscando desesperadamente, a gritos, a su otra mitad, que a pesar de estar más cerca, estaba más perdida que nunca. Esa noche, mientras el llanto del alma inundaba la ciudad, y las cuerdas de la guitarra lloraban cada vez más fuerte, la luna brillaba, brillaba como nunca antes, con una intensidad celestial, el chico, miró al cielo y sintió el llanto de su otra mitad, sintió su reclamo, su búsqueda, y también sintió que quien estaba al otro lado de La Luna estaba más lejos que antes. Nathan salió a la calle y busco por cada lugar a la rubia, pero no la encontró, paró un momento, y mientras las estrellas lo irradiaban con su luz se dio cuenta de que su corazón ya estaba junto con lo chica, solo debería ir a buscarlo, las dos almas vagaron de una manera aparentemente aleatorio, la chica subía una calle, el chico la bajaba, desde el otro extremo se pudieron sentir mutuamente, pudieron sentir cada vez más fuerte el latido de su corazón, y, en el momento justo, cuando ella había escalado lo mismo que el había descendido, se encontraron, en el lugar donde el mar camufla las lágrimas, no se escuchaba una canción, sino ella llanto de una mitad del alma, por la otra parte se escuchaba un perdón que se emitía a través de una mirada, los dos corazones estaban destrozados, con heridas recientes pero iguales a las pasadas, de pronto, suena un llanto ya conocido, el llanto del alma que ahora pedía perdón cuando esta buscaba otra alma, el mismo llanto que fue respondido por un pelo rubio, este llanto ahora era del alma que lo había calmado, el otro cascaron de alma tomó la guitarra que sostenía su otra mitad, y tocó, tocó como la primera vez, lo dejó todo en esas cuerdas, dejó el alma, y dejó el amor, era una fuerza tan potente que los de alrededor se sintieron perturbados por ella, pero no importó, la canción lo volvió todo atrás, el mar rugió como en una tormenta, la luna brilló aún más fuerte, y las estrellas lloraron, lloraron como nunca antes, y como si de una máquina del tiempo se tratara, volvieron a la primera vez, cuando no sabían nada del otro pero se conocían, cuando no se habían visto pero desde pequeños sabían que el otro estaba en otra parte, entonces, el viento sopló, y un pelo rubio calló sobre el pecho de la chica y otro calló sobre el pecho del chico. Las almas pidieron perdón en la calidez de los labios, y cuando el perdón terminó, recuperaron su amor entre respiraciones aceleradas, sus cuerpos estaban empapados de lo que ahora era el llanto de dos almas y antes, lo había sido de dos estrellas.