Ya varios días habían pasado desde que llegaron. Había olvidado contarlos, más bien, no se detuvo a pensar en eso porque estaba ocupado preocupándose por todo lo demás. Pero sabía que no habían pasado tres semanas aún.
Estos días habían sido tranquilos; los niños estaban casi todo el día jugando o leyendo cuentos -a veces él se los leía-; y él se pasaba las horas leyendo en la gran biblioteca -que había descubierto gracias a la mención que Jihoon hizo de ésta en una de sus conversaciones- o ayudándo a escondidas de Yoongi en el patio, del cuál se había enamorado perdidamente. Las flores de colores brillantes y las hojas de distintos verdes lo habían atrapado.
Algunas veces se topaba a Yoongi en otros lugares que no fueran el comedor, como el jardín, los pasillos, la biblioteca o los balcones, y tenían pequeñas conversaciones. Ambos habían encontrado la forma de sacarse pequeñas risas a través de chistes tontos o pequeños alagos amistosos, o a veces hasta por nada, simplemente se miraban y la curva en sus labios se formaba. Las charlas con él se le hacía muy fácil, no había necesidad de buscar un tema de conversación porque este surgía solo y con naturalidad. Gracias a estos pequeños momentos descubrió que Yoongi era una persona muy diferente a lo que había mostrado ser en un principio, solo tenías que saber llegar a él, y Jimin lo estaba haciendo en tiempo récord.
Actualmente son alrededor de las cinco de la tarde y se encuentra regando unos tulipanes blancos, los había plantado hace un par de días, aprovechando que últimamente había estado haciendo cada vez más frío -indicio de que estaban en los últimos días de otoño- para que así pudiesen florecer bien para primavera.
Mientras estaba en ello, se permitió distraerse un poco con sus pensamientos. Se había dado cuanta de que hace tiempo que Yoongi no le contaba sobre la situación con los osos, que es básicamente la razón por la que aún se encuentran allí. No sabe si es porque no tienen noticias de ellos o porque no quiere preocuparlo. Probablemente sea la segunda, ya que de ser la primera opción ya les habrían dicho que era seguro marcharse.
Dejó la regadera a un lado y olisqueó el aroma a tierra mojada, desde niño tenía fascinación por este.
¿Y si tal vez Yoongi no quería quese fuesen? Al instante una pequeña risa salió de su boca. Fue una idea tonta, porque el pelinegro no tenía otro motivo para dejarlos quedarse en el castillo más que el asunto con el clan de osos.
Y si se ponía a analizar más las cosas... ¿Por qué no los habían atacado todavía? Tal vez porque siempre que se encontraba en el jardín había bastantes personas con él y ni hablar de cuando estaba adentro, que además, estaba repleto de guardias. Agradecía eso, ya que probablemente no podría volver a escaparse de ellos si aparecían.
Tomó la regadera y se puso de pie, le dolían un poco las piernas por estar tanto tiempo de cuclillas. Se giró y...
¿Y las personas? No había nadie sentado en los bancos, ni cuidando las flores, tampoco paseando.
¿Y los guardias? Las esquinas y las puertas que iban hacia el interior del castillo estaban desprotegidas.
Tragó duro. Tal vez había surgido algo y pronto volverían.
Debía calmarse. Tomó aire y muy lentamente comenzó a caminar hacia la entrada, como si tuviera miedo de hacer mucho ruido. Las manos le sudaban y el corazón le latía terriblemente. Solo faltaban unos pasos, solo un poco más.
Una mano se posó con firmeza sobre su cintura y él deseó tanto que fuera la broma descarada de alguien del castillo. Mas el leve olor a vodka y a pieles animales le daba a entender que estaba lejos de ser una broma.
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My Dear Dragon
FanfictionYoongi, un cambia formas líder del clan de dragones, vive su vida normalmente hasta que un día, un joven acompañado por dos niños, llega a su castillo en busca de refugio para sus hermanos. Jimin, un simple humano quien huye del clan de osos junto...