chimenea

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No había encontrado nada, NADA. Ni una sola prueba del aparente peligro que representaba Park Jimin. Furioso, cerró con fuerza la puerta -luego de asegurarse de que no hubiera nadie- y se marchó murmurando maldiciones.

Esperaba que el temerario hombre no se enfadase con él y le hiciese algo malo. Tal vez el sujeto estaba loco y el rubio no tenía nada de especial, pero aún así no se arriesgaría a morir estrangulado por no cumplir sus caprichos.

Bufó totalmente estresado. Podría aprovechar que ahora no tenía nada que hacer y tomarse un té para relajarse, realmente lo necesitaba.

 Podría aprovechar que ahora no tenía nada que hacer y tomarse un té para relajarse, realmente lo necesitaba

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El sol caía y la noche llegaba. Un gran y espléndido dragón volaba con pereza de vuelta a su hogar. Sobre su enorme lomo iba montado un somnoliento rubio, agarrado de forma que parecía abrazarse a la escamosa piel.

Al llegar al castillo descendió con cuidado y entonces el muchacho bajó de un salto al suelo, casi cayéndose por la falta de equilibrio al estar medio dormido. Detrás de él apareció otro jóven azabache que, al ver su rostro agotado, soltó una pequeña carcajada y lo tomó de la mano para llevarlo adentro.

Habían jugado como dos niños y ahora por eso el sueño los consumía, solo querían tumbarse en sus camas.

Mientras más se adentraban, más se podía oler el exquisito aroma de la cena, despertándoles el hambre y haciéndoles gruñir el estómago.

Se bañaron, se cambiaron y partieron hacia el gran comedor, donde comenzaban a llegar el resto de los habitantes del castillo. La cena había sido exquisita como de costumbre, un banquete de primera clase. Al acabar todos desocuparon el salón y se fueron a hacer sus cosas. Los hermanos de Jimin se le acercaron para preguntarle cómo había estado su día.

—Me la pasé muy bien con Yoongi Hyung, comimos cosas muy ricas también —les respondió con una sonrisa.

Seungkwan le comentó que había dado un pequeño paseo con su amigo y Minju le contó que hizo muchos dibujos con unos lápices que había en la biblioteca. Los hermanos Park continuaron hablando un rato más hasta que el mayor les dijo que iría a recostarse, pues estaba muy cansado, y les advirtió que no se quedaran despiertos hasta muy tarde.

Al llegar a su cuarto se colocó el pijama y se dirigió a su cama para dormir, pero entonces notó algo extraño; uno de los cajones de su mesita de luz se encontraba a abierto. Estaba muy seguro de que él no lo había dejado así, tal vez habían sido sus hermanos buscando dulces. Decidió no darle mucha importancia luego de corroborar que no faltara nada y se metió en la cama.

Había sido un lindo día, ojalá tener más como ese.

Había sido un lindo día, ojalá tener más como ese

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My Dear DragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora