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Hace 4 años...

—¿Por qué no puedo ser como ellos?

Sin control alguno, las lágrimas escapaban con impotencia, al mismo tiempo que se maldecía a sí mismo.

—Los dioses me odian, ¿por qué no me hicieron un verdadero vikingo?, quiero encajar, que todos me sonrían, quiero que mi padre no me mire con decepción, pero es imposible, solo soy un debilucho.

Luego de patear varias piedras para sacar su frustración, se sentó en la orilla de la isla, sintiendo como su respiración subía y bajaba al igual que las olas que chocaban con fuerza entre ellas.

Tan pronto como empezó a anochecer, se dio cuenta que tenía que regresar, y luego de haber estado observando los colores cálidos del atardecer, caminó con un dolor en el pecho, directo a lo que llamaba "hogar".

Sin embargo, unos instantes antes de salir del bosque, escuchó unos sollozos detrás de una gran y vieja roca. Se acercó algo dudoso y observó a la hija de los temibles Hofferson, destrozada en un mar de lágrimas tanto como él había estado hace unos instantes.

—¿También tienes un mal día?

Ella se asustó al ver a alguien, que solo pudo intentar limpiarse las lágrimas para ocultar que estuvo llorando.

—No tienes por qué ocultarlo, mírame a mí—señaló sus ojos, causando confianza en la chica—. ¿Puedo sentarme?

Ella asintió, y se hizo a un lado para darle espacio a que se sentara.

Ninguno dijo nada, solo escucharon las respiraciones agitadas del contrario, lo cual era bastante seguro que fue a causa de tanto llorar.

—¿Qué haces aquí?, ¿no deberías estar ocupado por ser el hijo del jefe?—se atrevió a preguntar.

Aquello le causó algo de molestia al chico. De todos sus apodos ese no era su favorito.

—Disfrutando del hermoso paisaje, igual que tu—su sarcasmo no se perdía ni aún llorando.

—¿Por qué lloras?

—Supongo que por lo mismo que tú, problemas familiares ¿No?

—Si, mis padres me presionan demasiado— apretó una rama con frustración—. Si tan solo vieran cuánto me esfuerzo por ser tan perfecta como ellos quieren. Pero creo que nunca va a ser suficiente, me hacen sentir una inútil.

—¡Eso no es cierto!, digo, te he visto entrenar con los otros chicos, creo que todos piensan que vas a ser la mejor guerrera de todo Berk.

—Si eso es cierto, ¿por qué sigo pareciendo una inútil para mis padres?, incluso me lo dicen.

—La verdad no sé por qué lo hacen, pero creéme cuando digo que tu eres muy buena, y si ellos no creen en ti deberías de fijarte en la gente que si lo hace.

Ella se sorprendió por las palabras de Hipo. Jamás había esperado recibir un cumplido así de parte del hijo del jefe.

—G-gracias, por eso, voy a intentarlo.

—No hay de qué—sonrió, viendo que ella ya se encontraba un poco mejor.

—Por cierto, ¿por qué tu no entrenas con los demás?, ¿acaso tu padre te entrena personalmente?

—Ya quisiera. No entreno por algo parecido a lo que te pasa, solo que en mi caso nadie cree en mí, ni siquiera mi padre, por eso ni siquiera me deja intentarlo, tengo que estar todo el día en la forja solo para no causarle problemas y avergonzarlo frente al pueblo.

—Eso se oye horrible, pero estoy segura que no tiene malas intenciones, el jefe se ve muy amable con el resto de la gente.

—Lo es, pero sé que algún día se pondrá orgulloso si me convierto en el mejor mata dragones de Berk.

Caminos entrelazadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora