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Todos los chicos se encontraban reunidos en el gran salón cenando, habían invitado a sentar a Hipo y Heather con ellos por lo que todos platicaban animadamente, mayormente acerca de los dragones.

Algunos vikingos observaban atentamenre intentando dismular, pues era extraño ver que alguien se pudiera llevar con un dragón, y ver que ambos jóvenes jinetes eran bastante agradables, comenzaron a tener una buena impresión.

El único con un presentimiento era Estoico, que no se sentía tan cómodo con tanta charla de dragones a su alrededor. Sabía de buenas fuentes que ya no eran tan considerados una amenaza en algunos lugares del Archipiélago, e incluso lo veía con sus propios ojos en la aldea, cómo dos jóvenes alejaban a los dragones sin usar la violencia, y se llevaban de maravilla con los suyos. Era algo nuevo para él, y se negaba a soltar el pasado.

—Así que montan dragones—Patán lo negaba, pero se sentía demasiado curioso respecto a los jinetes de dragón.

—Si, parece peligroso pero una vez que lo dominas te enamoras de la adrenalina, el aire recorriendo tu cabello, es una sensación que no se puede explicar—dijo Heather para después darle una mordida a su pescado, tenía bastante hambre, se despertó hasta el medio día por la conmoción del día anterior.

—Sólo deben cerrar bien la boca, porque pueden tragar algún insecto—Hipo recordó todos los tipos de bichos que ya había probado en su vida.

—Hans conoce el sabor de todos los bichos del Archipiélago—se burló Heather.

—Al fin encuentro alguien con mis mismos gustos—dijo Brutacio.

Hipo hizo una mueca de asco y todos se rieron de él.

—Cambiando de tema, amigos ¿Ustedes son pareja?—Dijo Brutilda interrogándolos con su pescado.

Ambos ojiverdes se atragantaron con su comida por lo que bebieron un poco de agua.

—No, no, no y no—dijo Heather.

—Heather es como mi hermana menor, compartimos la pasión por los dragones y explorar, por eso nos hemos llevado bien hasta ahora, además luego de verla dormir y babear unos años me volví como un hermano para ella.

Todo el grupo menos ellos se sintieron extrañados, por su conexión realmente podrían ser confundidos por una pareja.

—Muy bien, entonces significa que te puedo conquistar lindura—Patán que estaba sentado al lado de Heather le besó la mano.

Heather solo volteó a ver a Patán con una sonrisa sádica, Patán trago grueso y luego pudo sentir como el puño de la pelinegra lo mandó a volar.

—Vuelve a hacer algo parecido y extrañaras respirar.

Todos comenzaron a reír y siguieron platicando. Hipo se sintió como en su hogar en ese ambiente, se sentía extraño, algo familiar y acogedor, no fue tan malo después de todo regresar a Berk. Pero su otro lado le decía que no se acostumbre demasiado, todo era temporal.

...

Narra Astrid

Ya había pasado un rato y todos nos dirigimos a nuestras respectivas casas, iba junto con Brutilda a la mía ya que Brutacio había tenido una "Emergencia" con gallina.
Iba platicando de temas triviales junto con Brutilda, nada interesante hasta que me sorprendió lo que me dijo.

—Así que, ¿Te gusta verdad?

—¿De quién hablas?

—Dahhh, no es obvio, el castañito de Aren— sentí mis mejillas arder por su comentario.

—No es cierto, ¿podrías dejar de emparejarme con cada chico con el que hablo?

—Tus mejillas no están de acuerdo con eso—me sonrió burlona.

Rayos, mejillas buenas para nada.

—Escúchame Astrid, he visto como lo miras, además, ya me encargué de averiguar que está completamente soltero para ti.

—Pero Brutilda, ni si quiera lo conozco, además no quiero tener novio y tu lo sabes bien.

—Yo solo decía. Me gusta molestarte un rato—Brutilda comenzó a caminar en una dirección diferente.

—¡Me las pagarás Brutilda!

—¡Que sueñes con tu guapo jinete Astrid!

Rodé los ojos y me dirigí a mi casa.

Lo malo de estar sola era que mis pensamientos surgían sin parar, sin nada que me distraiga de ellos. Lo que me llevaba a pensar en Hans, era guapo, no lo voy a negar para nada. Y había un cierto aire en él que lo hacía más atractivo, su forma de hablar, su carisma y confianza.

No me gustaba fijarme solamente en el físico, pero la forma en que él se veía me atraía tanto, y su sonrisa era tan bella. Siempre parece estar sonriendo, hablando tan apasionado de los lugares que ha explorado, de su dragón.

De pronto la idea de dejar de no matar dragones no me pareció tan descabellada...

Continuará...

Caminos entrelazadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora