Capitulo 1

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Óbito abrió sus ojos.

Dos orbes negros se abrieron y vieron el techo de una caverna, el área era irregular y de color casi completamente negro. Solo había un poco de luz proporcionada por unas antorchas extendidas por todo el lugar, separadas por unos cuantos metros unas de otras.

Cuando tenía su Sharingan activo no eran necesarias, porque incluso con poca luz él podía ver claramente sus alrededores, pero en estos momentos él no lo tenía activado.

Madara le había sugerido que siempre lo mantuviera activada, para su cuerpo se acostumbrara a eso, incluso le comento que en su mejor momento él siempre lo tenía activo, óbito pensó que más que ser algo útil, era una cuestión de orgullo.

Aún así el siguió ese consejo la mayor parte del tiempo.

El ónix se convirtió en escarlata cuando sus pupilas se tiñeron de ese color y tres tomoes giraron.

Óbito miro el lugar una vez más, como siempre la experiencia de activar su Sharingan era aterradora, era como ver un mundo completamente diferente al que veía antes, ahora entendía por que los de su clan estaban tan orgullosos de estos ojos, casi llegando al punto de fanatismo, y menospreciar a aquellos no lo despertaban.

Siempre se imaginó que cuando tuviera su Sharingan se volvería un súper ninja, y que convertirse en Hokage seria pan comido.

Llevo una mano y la coloco sobre su ojo derecho.

Habían pasado algunos meses desde ese momento.

Pero para él, los recuerdos todavía se sentían nítidos, como una pesadilla que siempre podía ver, incluso si ya no necesitaba dormir, era algo que pasaba todos los días.

En cuento dejaba de entrenar, o cuando dejaba de pensar sobre el plan de Madara, los dolorosos recuerdos de esos días volvían a él, como acabaran de pasar.

Gracias a su Sharingan esos recuerdos quedaron grabados profundamente en su memoria, cada detalle, absolutamente todo fue captado por estos ojos.

Óbito entrecerró lo ojos y se sentó en la cama que había estado usando desde hace algunos meses.

Tenía que aceptar algo, y es que él no estaba tan equivocado respecto a sus expectativas sobre el Sharingan, sin duda una vez despertó estos ojos, su crecimiento se disparó, incluso alguien que no era un genio como el, pudo dar pasos agigantados en su desarrollo, ninjutsu, taijutsu, incluso el genjutsu que siempre se le había dado fatal ahora era sencillo de manipular, no era exactamente un maestro en este, pero sin duda incluso podría meter a un jounnin en una ilusión.

Pero la verdad es que esto no se debía únicamente a su Sharingan, la mayor parte de este repentino crecimiento se debió a quien era la persona que lo estaba entrenado, el legendario Madara Uchiha, él tenía una reputación que todos los Uchihas conocían, y óbito tenía que admitir que esa reputación se quedaba corta.

Aunque ahora él estaba muerto.

Luego de enseñarle todo lo que debía de saber, por medio de tsuyomi, óbito solo tuvo que trabajar sobre esas bases durante los últimos meses, entrenando sin descanso, sin dormir, solo se había tomado siestas de vez en cuando, por que notaba que su destreza mental se veía un poco mermada por la falta de sueño.

Aparte de eso su vida únicamente se había basado en volverse más fuerte.

Miro sus manos y las apretó con fuerza.

Su cabello estaba largo, tanto así que le llegaba hasta por la mitad de la espalda, dejaba que un mechón de cabello cubriera la parte de su rostro que había quedado aplastado por la roca.

Obito Uchiha en DanmachiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora