Capítulo 11

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ODIO.

Desde el momento en que su cuerpo se abrió paso a través de las rocas brillantes que componían las paredes de este mundo, de esta cárcel que se le había impuesto, él odio.

Desde que dio sus primeros pasos sobre el suelo firme y frio, como él mismo.

Desde que sus ojos se abrieron y observaron el mundo que estaba frente a él, un oscuro, húmedo, hostil, y cruel mundo, él odio.

Cada célula de su cuerpo, cada pedazo de conciencia que se alzaba en la neblina de su "mente", cada movimiento, cada respiración, todo era para odiar y ser odiado.

Si cada segundo de su vida, si cada milésima de micro segundo, si cada instante de su vida se extendiera por toda la eternidad, no alcanzaría a abarcar ni siquiera una décima parte del todo el odio que sentía hacia todo, hacia los de arriba, hacia los de abajo, y hacia los que estaban en medio.

Sus ojos se movieron, con un brillo en ellos, rojos como la sangre fresca.

Sus garras se deslizaron por la carne de lo que estaba bajo su agarre, la piel se rasgó bajo el filo de su garra, el metal chillo y se desgarro de la misma manera, sin ofrecer resistencia.

Odio, odio.

El hablo, en su propio idioma, que le dio forma a lo que sentía a través de un vocabulario, incomprensible, incluso para los de su propia especie.

El gorgoteo de su voz resonó en las paredes oscuras, reboto y se extendió por todo el lugar. Con el horror frio y violento que se podía sentir a través de los ojos de esta criatura.

Odiaba.

Odiaba el lugar que le había dado conciencia. Que le había dado entendimiento.

Que le había dado eso, pero en cambio, le había negado todo lo demás.

Se le permitió sentir, pero lo único que sentía era dolor, se le permitió razonar, a un nivel primitivo, apenas superior a los monstruos que lo acosaban y lo atacaban sin descansó por donde quiera que fuera, pero nunca se le dijo que hacer con ese don.

Él había sufrido, hasta morir.

Una, y otra, y otra, y otra, y otra, y otra, y otra, y otra, y otra, y otra, y otra, y otra vez.

En todas esas vidas, solo sintió dolor.

No se le permitió sentir nada más, su piel siendo atravesada por el metal, su cuerpo siendo destrozado por esa cosa que hacían los de en medio (magia), su carne siendo devorada por los que eran parecidos a él. Su alma siendo escupida, deformada y vuelta a colocar en un cuerpo, para repetir el proceso una y otra vez, hasta la eternidad.

Entonces, luego de mucho tiempo, entro en un loco frenesí, buscando venganza, con el desprecio y la ira acumuladas luego de innumerables vidas y muertes.

Él quería matarlos a todos, quería compartir su dolor, quería crear un lugar al cual pertenecer, un lugar donde todos estuvieran rotos.

Incluso si moría, incluso si su alma era destrozada, siempre volvería, y solo recordaría el odio.

Un rencor tan insano, tan sobrenatural, que ninguna criatura sobre la tierra nunca antes a sentido, y nunca volvería a sentir. Sus ojos rendijas que se abrían paso en la oscuridad, en la neblina.

En los pasillos se pueden escuchar voces.

Su cuerpo se tensa, y sus ojos, puertas al infierno, se giran viciosamente en esa dirección.

Vive para odiar, y ser odiado.

Vive para matar, y para morir.

Vive para vengarse, y no descansara hasta que esté satisfecho.

Obito Uchiha en DanmachiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora