EXTRA 1 : LA CAÍDA DEL TELÓN LLAMADO PREJUICIO

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Román

— ¡Joder, macho! ¡Que ya voy!

El timbre de la casa no ha parado de sonar en el último minuto y he tenido que salir de la ducha con la mitad del cabello lleno de espuma.

Mi piel agradece que haya más de veinticinco grados afuera porque si otra fuera la situación estaría el doble de cabreado.

No puedo creer, ni en el hueco más minúsculo de mi cabeza cabe la idea de que alguien se quiera aparecer en una casa que está en mitad del bosque a las once de la mañana.

Para rematar mi bendita suerte también estoy solo lo que significa que no me iba a zafar de abrir la puerta.

Ajustando una toalla en mi cintura, rezando porque nada en mi piel cambie su estado al sentir el cambio de temperatura y quien esté detrás de la puerta lo note, abro.

Me quedo congelado y la persona detrás de la puerta también lo hace.

—Siento por insistir tanto, es que —Baelee se queda a medias y trago saliva.

Me tenso ante la idea de que ella repasa mi abdomen desnudo, nerviosa, antes de dirigirse a mis ojos y no moverse de ahí.

Lame sus labios antes de decir alguna cosa y...

Genial, acabo de delatarme solo y ella acaba de notarlo. Gracias, toalla inútil.

—Sólo pasaba a recoger algunas cosas —avanza a la puerta rascando su nuca—. Los chicos de la mudanza dejaron dos cajas en mi habitación y las olvidé. Le hablé a David para avisar que vendría a recogerlas, pero...

—Papá no está —suelto carraspeando e intentándome esconder mi zona pélvica detrás del sofá.

Es que tener una erección frente a Baelee, cuando...

¿A quién quiero engañar?

Ella y yo no somos nada.

A pesar de que ha pasado un año del incidente en la represa, del que juicio esté cerrado, lo nuestro no duró mucho.

Ella decidió estar sola, tomarse un tiempo para equilibrar los sentimientos que desbordaban su mente y eso significó que se alejó, de mí y de todos.

Su mejor excusa fue que necesitaba un espacio para terminar sus estudios, pero sé que al final del día ella necesitaba soledad y calma para procesar los golpes que había recibido.

Perder a Talissa, a Timón, a su padre, eran duelos que no había procesado en lo absoluto. Ella siempre tuvo la cabeza contaminada por esa maldita secta y nunca pudo digerir el dolor. Solía observar como su cabeza trabajaba a mil, incluso unas semanas después del juicio estuvo en un estado de negación y paranoia, preocupada por todos, pero no por ella o lo que estaba sintiendo.

Ella necesitaba hacerlo sola ¿y yo? Yo no iba a ser quien interfiriera.

Aprendí a vivir con ello y sentir su distancia.

Hace más de un año que vivo junto a mi padre y Brinna, ella no, Baelee ha dejado de vivir en esta casa hace mucho.

Estos últimos meses he intentado focalizar en mí de la misma forma y mi mejor intento ha sido retomar mis estudios universitarios. Eso mantiene mi cabeza ocupada, pero no del todo. Porque aún sigue siendo extraño, en situaciones como estas donde ambos estamos solos, no volver a contactar con las dos sustancias más poderosas que nos unen: el amor y el deseo. Pero no está en mis planes forzar nada, si ella quiere ese espacio, lo tendrá.

Fingimos normalidad, aunque nuestras miradas nos desnudan en cuerpo y alma, lo hacemos. Ese es el único camino que hemos tomado. Y supongo que ambos hemos aprendido a lidiar con ello.

SOMOS LA D.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora