EXTRA 3: EL AMOR ES UN TRIÁNGULO

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Bernard

Algunas veces he oído por ahí sobre el cuento tan conocido del hilo rojo o la clásica historia de la media naranja. Siempre es la misma trama y el mismo final. Mucho cuidado, no desestimo la veracidad de esas cuestiones, sé que son reales. Sé que en el mundo andamos por ahí rebotando sin sentido hasta que encontramos en carne y hueso al motivo que devuelve la vida a nuestro mundo. Pero eso, simplemente nunca ha funcionado conmigo.

Nací sin mamá, al igual que Celina, mi hermana. Mi padre, a pesar de ser el bastardo que se encubría en negocios fraudulentos y mentiras, siempre fue un papá soltero que alquiló un vientre por ahí. Y sí, a pesar de que haya puesto todo mi mundo de cabeza, aún le quiero, porque es mi padre. Él sigue pagando por lo que hizo hoy y ya no le tengo rencor, ya no. No, cuando estoy en paz.

Pero volviendo al punto...

Siendo tres en mi familia toda la vida, me convencí de una certeza grande: Amar tiene forma de triángulo.

Las navidades en familia, las vacaciones siendo un niño siempre consistían en los tres Milo sonriendo de lado y guardándolo en una foto. Así, mi vida se mantuvo completa, hasta que comencé a crecer.

Siendo un adolescente probé todo lo que pude, pero nada me convencía. Tuve novias, novios, amigos y amigas con derechos, pero ¿enamorarme? Aún era esa naranja sin su mitad, o bien, sin sus dos mitades.

Conocí a Baelee con diecinueve años, a pesar de venir más de un año en un ritmo constante de dormir con Luttia, no existían sentimientos en mi cuerpo, no, hasta que la vi por primera vez en la Universidad.

Cabello largo hasta su cadera, rostro blanquecino, ojos redondos y cafés, y un aire tan autoritario como magnético que me puso de rodillas.

Así comenzamos, un poco inseguros al principio, luego dejando que los sentimientos se filtraran y al final del día aprendiendo lo que era el amor.

Sí, era mi media naranja.

Con Baelee tenía todo.

Todo hasta que dejamos que François se colara entre nuestras sábanas.

Descubrir las ventajas de follar por tres abrió las puertas de mi mundo y toda mi realidad dejó de ser la misma. A pesar de ser muy conscientes de que François le rehuía a las relaciones, sí que en los años que duramos juntos pude intuir que conectamos. Que lo nuestro no sólo era sexo sin sentido, era amor, fidelidad, pero bajo el sentimiento más imperante de todos: la amistad.

Algunas veces llegué a creer que terminaríamos los tres casados y viajando por el mundo, pero toda mi realidad dio un giro cuando apareció Román.

Un chico al que ignoré al principio, con el que luego me sentí terriblemente amenazado cuando vi la devoción de mi novia hacia él, pero que con el tiempo comprendí que era un aliado.

Atravesar esa noche, verlo con el rostro cubierto de sangre, débil y casi muerto junto a esa escultura. Luego dándolo todo, intentando salvar a la mujer que más amaba en el planeta, hizo que lo repensara todo.

Llegar con ella moribunda en nuestros brazos alertó toda mi templanza y temblé. Por un segundo llegué a creer que la perdería. Ahí fue cuando lo observé, cuando conecté con su tristeza y vi mi propia desesperación en sus ojos.

Román no quería a Baelee, Román la amaba, tanto como yo. Y sí, bromeé esa noche con que Román no estaba mal, pero ¿siendo sincero? Román siempre me pareció un chico interesante.

En mi mundo no había filtros y no me costaba asumir cuando un hombre era guapo, al igual que una mujer y a pesar de que luego con el fastidio toda mi perspectiva por él cambió, sería un hipócrita si no lo asumía. Román estaba bueno, digamos las cosas como son.

SOMOS LA D.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora