Sorpresa.

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Esto se sentía como una mudanza, otra vez. La diferencia era que sus prendas viejas irían a la basura porque no había nadie en el pueblo que le sería útil, ni siquiera por una buena razón. Quiso evitar que alguien más tuviera sus malas vibras, quemar la poca ropa podía ser una buena opción. Guardó todo en una bolsa de basura y lo metió al fondo de su ropero. Poco después otra bolsa de basura fue a sus manos y que necesitaba deshacerse de ella en el bote que se mantenía a los pies de la calle.

—¡Lev, muchacho!

Su pecho se sintió frío, como quien pillas a alguien con las manos en la masa. Irónico, Lev no estaba cometiendo algún crimen.

—Tío Charlie —movió su cabeza y la mano de forma perezosa.

—¿Cómo te encuentras?

—No me puedo quejar. 

—Excelente, justo quería hablar contigo sobre algo. 

La manzana de adán se movió en su cuello al tragar duro. Lev comenzaba a imaginar todo el regaño que vendría por asustar a Nora. Charlie, por su lado, tenía otras intenciones.

—¿De qué sería? —fue caminando despacio hacia la puerta, señalando como quien no quiere la cosa—. Mi cuarto es un basurero ahora mismo, tengo mucho que limpiar.

—No tomará mucho —la mano de Charlie se alzó para detenerlo, demonios—. Tengo una sorpresa para ti, creo que te va a encantar.

—¿Sorpresa?

—Algo que podría ser perfecto para ti, ¿tienes tiempo?

—Claro.

—Pero aquí no está.

Si no comprendiera el contexto y no conociera a Charlie, pensaría que se trataba de un secuestro.

—Vamos, debo llevarte a un lugar.

—Le avisaré a Nora. 

Ingresó al interior del hogar en busca de sus llaves y su abrigo, asomándose a la zona donde estaba la mujer tejiendo.

—Charlie quiere que lo acompañe a ver algo.

—Oh, entonces ve.

—¿De verdad? —se quedó indeciso y a su vez, sospechaba de qué se trataba si Nora sonreía ampliamente—. ¿En serio puedo ir?

—Solo no tardes demasiado.

—No lo haré, volveremos pronto.

Corrió de regreso a subirse en la patrulla del mayor, dejando que este guiara. Un pequeño viaje silencioso y ligeramente incómodo porque ninguno sacaba tema de conversación, Charlie por su parte lo agradecía. No quería meter la pata. A esas alturas reconoció el trayecto con una sola diferencia, terminaron en una residencia donde los estaban esperando. El sitio no había cambiado en lo absoluto y fue un gran retroceso a su infancia.

—¿Por qué estamos aquí?

—El hogar de Billy ¿te acuerdas de él?

¿Por qué estamos en casa de Billy?

—Bueno, quizás te pueda sorprender un poco , él está en silla de ruedas.

—Oh.

Bajó del coche al mismo tiempo que él otro, preparado con su imagen mental a causa de la información ajena. El susodicho esperaba con una gran sonrisa, sentado sobre su silla de ruedas. El cambio causó impresión, pero Jacob estaba allí en caso de que necesitara aligerar las cosas.

—Me alegra verte de nuevo, Charlie —saludó Billy.

—He traído al chico para que viera la carrocería. 

EXHAURIO - EDWARD CULLEN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora