Otro yo.

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—Comienza de nuevo.  

Bajo la mirada de esa familia quedó mudo, prefería callar a precipitarse. Emmett, el chico grande y musculoso se había retirado en busca de su pareja, Rosalie. Quedó al tanto de que no estaba en desacuerdo pero no dejaría a su chica atrás. Edward, mientras tanto, mantenía su atención en Lev ya que este le permitía. Como si solo ellos dos sabían de algo en ese momento, no solo por cruzar miradas. Jasper a un costado era un espectador, complicado al tener que permanecer demasiado tiempo con un humano. Sus ojos hambrientos delataba sus intenciones, aunque no le haría daño.

—Él es como un vampiro primerizo, está tratando de acostumbrarse —Alice se dio cuenta—. Mantiene la distancia por precaución, es su decisión, aunque sé que no te hará daño. No se lo permitiría. Es por eso que se ve... tenso. Es útil su presencia.

Edward cambió la dirección de la conversación.

—Puedes darle un vistazo al portafolio. 

Con la autorización y consentimiento, se aventuró en la pequeña pila de papeles que se archivó bastante bien. Nadie lo veía más que él.

—¿Quién más ha visto esto? —murmuró con los ojos fijos en el archivo confidencial.

—Solo tú.

Un nombre femenino, fecha de nacimiento, de muerte. La tristeza fue mucho más grande que esa sensación impropia de calma. El siguiente y con ciertos recortes de diario leyó el nombre de Edward Masen Sr, la fecha de nacimiento era otra pero la de su muerte calzaba con Elizabeth. Mismo año.

Edward Anthony Masen. Diecinueve de Junio, mil novecientos uno.

No había una fecha de muerte cercana, cualquiera pudo pensar que se salvó de la tragedia y de hecho, así fue.

Sacó el siguiente papel pero con una gran modificación, o más bien, no era el mismo certificado que los anteriores. Alzó con disimulo la vista hacia Edward, luego, leyó. Enzo Bernat Masen. veintiséis de octubre de mil novecientos tres. Muerte, mil novecientos dieciocho. El nombre rebotó en su cabeza una y otra vez con la voz de Elizabeth.  

—En mis novecientos dieciocho mis padres se enferman a causa de la gripe española que nos azotó a todos, mi padre fue el primero en morir —habló con normalidad—. Mi madre estaba luchando hasta el último momento, por lo que sé, le rogó a Carlisle que nos salvara de cualquier modo, porque sabía que él tenía la capacidad de hacerlo. Él tiene su teoría sobre cómo se dio cuenta.

Relación los labios secos y esperó a que continuara.

—Para cuando se encargó de mí a petición suya, no dio tiempo de salvar a Enzo. 

Jasper sintió las emociones de Lev, dejándolo bastante confuso. Sintió ese fuerte odio y no supo si iba contra ellos, contra la verdad o hacia él mismo. En eso, Edward decidió sacar de su pantalón otra prueba. La foto doblada en cuatro partes, blanco y negro, recortada sin cuidado hasta dejar solo a tres personas a propósito. El rostro de una mujer me recreó un déjà vu. Con su dedo, acarició el rostro de Elizabeth.

—¿Cómo? —Edward se acercó. 

El resto miró confuso. 

—¿Qué cosa, Edward? —Alice susurró.

—¿Cómo lo sabes?

—Solo fue un sueño —respondió despacio.

La mirada que compartieron ambos pasó desapercibido para el resto, incluso para Jasper, que era el más atento de todos. Se deleitó con la fotografía familiar, Edward estaba detrás de su madre y, aparentemente Enzo, estaba a un costado también. Se vio a sí mismo, una copia sin la característica que lo acompañaba desde siempre. Ese mechón. Hasta los ojos eran claros a diferencia suya. Su cabeza quedó en blanco, no pensó en nada y eso dejaba a un vampiro bastante impaciente. Hasta que supo sus intenciones.

EXHAURIO - EDWARD CULLEN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora