Lawless Lawyer

Capítulo 7: Juez del diablo

Martes 16 de marzo de 2021
124 días antes de...

N O V A

Cuando el juez llega al tribunal, el silencio en la corte y la completa atención puesta en él, es la primera muestra de respeto que se le otorga. Le sigue ponerse de pie para mostrarle el valor que se le tiene en consideración con todos los demás presentes en la corte.

Cuando el juez habla, todos los ojos están en él como máxima autoridad en el lugar. Porque lo es, sea quien sea la persona que entre a la corte, es la máxima autoridad. Quien toma las decisiones más importantes de allí. Quien determina la verdad. Quien mueve su mazo en busca de la justicia. Quien posee la última palabra dictamínate.

"Todos son inocentes hasta que se demuestre lo contrario." Una frase renombrada entre quienes fijan y argumentan sus decisiones en base a evidencias concretas, respaldadas y solidas.

La misión de un abogado es mostrar, vislumbrar, demostrar y defender la inocencia, derechos, de la persona a su lado. Es defender el honor y vida del acusado. Es objetar, proteger y pelear porque la verdad salga a la luz pública y que el acusado, dependiendo del caso, sea validado y nombrado inocente ante el juez.

Para la suprema justicia y las leyes que establece el país, las pruebas son lo único que puede validar la inocencia de una persona o condenarla. No importa si estas están modificadas, mientras no se demuestre que lo están, son verídicas y respaldadas. Es el abogado contrario el que debe desenmascarar al culpable. Esa es la misión que debemos tener.

Porque una persona que fue capaz de cometer un delito o falta a los derechos de otra persona, no le temblará la mano a la hora de buscar salvarse el pellejo hundiendo a quien lastimó. Y, dependiendo de la moral del abogado parado a su lado, se verá hasta que punto son capaces de llegar para convencer al juez.

Dinero, pruebas falsas, conexiones, miles de formas para persuadir a quien dicta la sentencia. Porque, al igual que con los abogados, con un solo incentivo que mueva la moral del juez, es capaz de comprar el veredicto.

La ley no siempre se aplica defendiendo a quien no puede hacerlo por sus medios, porque la codicia humana puede llegar a ser tan grande que el juramento supremo de quienes estamos a cargo de hacer cumplir la ley puede manipularse y nuestro veredicto se basa en nuestros intereses personales.

Un vacío legal, un trato clandestino, puede condenar a un inocente.

Es simple, injusto y cruel, pensar en ello. En como la corrupción puede llegar a desmoronar la democracia por la que tanto se ha luchado desde épocas pasadas. Por el derecho humano que todos poseemos desde el momento que existimos. Por la igualdad.

La libertad, voto, decisión y derecho de las mujeres se puso en duda en cada momento. En el pasado no era necesario tener pruebas para castigar el actuar de una mujer mientras el marido dictara e impusiera su autoridad como hombre y esposo por sobre la de ella.

Antes, los maridos, tenían la facultad de mandar a sus mujeres a un centro psiquiátrico si estas no lo obedecían como correspondía y no le mostraban el respeto que como hombre debían tener frente a ella. cualquier excusa era válida ante el juez para determinar que dicha mujer necesitaba ser instruida en un centro psiquiátrico por no seguir lo que se dictaba en ese entonces.

Aquella injusticia que millones de mujeres vivieron a lo largo de las décadas, con los años y las luchas que nuestras antepasadas iniciaron, sacando la voz por ellas mismas y por quienes viniéramos, se ha buscado eliminar la violación a los derechos básicos de una persona.

Este caso, como todos los que he defendido a lo largo de mi carrera, es una variación de la imposición y autoridad del hombre en contra de la mujer. Quien, solo por ser una, tiene sus pies atados a las cadenas de la sociedad mientras que los hombres blancos y heterosexuales gozan de privilegios desde el momento que existen.