Capítulo 4: El velo de la muerte

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Jueves 11 de marzo de 2021
129 días antes de...

N O V A

Mi cuerpo actúa por si solo, como si el hecho de estar en peligro lo hiciera ser más rápido que mi propia mente.

En cuanto Lysander grita, dándome la señal, me levanto con fuerza del piso y corro con impulso hacia mi auto. No dejo de hacerlo, no miro atrás, confío en lo que Lysander dijo hasta que visualizo mi auto. Con las llaves en mano, abro el auto desde la lejanía y entro en él, seguido la puerta del copiloto es abierta y Lysander entra por esta.

—¡Conduce ahora que ellos entraron a la casa! —Lysander me ordena, agitado.

No pienso mucho lo que hago, simplemente actúo. Prendo el motor, saco el freno de mano y comienzo a conducir en dirección opuesta a la casa de Lisa. Lysander mira por el retrovisor todo el tiempo. Conduzco con rapidez hasta alejarnos del lugar y freno, estacionándome en un supermercado.

En cuanto el auto frena el silencio se rompe por las respiraciones agitadas de los dos. Mi corazón late con fuerza en mi pecho, el sudor cae por mi frente y cuerpo, mis manos tiemblan un poco, y mi mente deja de estar en alerta.

—Joder —Lysander jadea a mi lado.

Trato de controlar mi respiración agitada. Mi garganta quema en cada respiración que doy.

—¿N-no nos vieron? —balbuceo por la falta de aire.

—No, entraron a la casa y no salieron hasta que nos alejamos lo suficiente para no ser vistos—responde, igual de agitado. La mezcla de emociones que alberga mi cuerpo es indescriptible. El miedo, pánico, emoción y adrenalina corren por mis venas hacia todo mi sistema—. Mierda, han pasado años desde que no escapaba así.

Giro mi cabeza para verlo ante su comentario. Su perfil armonioso, su mandíbula marcada, su frente y cabello sudado, despeinado y su respiración acelerada me reciben en cuanto pongo mis ojos en él.

De manera inconsciente recuerdo esa noche. La vista que tenía de él mientras follabamos es tan similar que mis mejillas se calientan por tal recuerdo repentino. Él, sudado, despeinado y agitado, ese es el recuerdo que invade mi mente. El recuerdo que hace estragos en mi cuerpo. trato de recobrar la cordura cuando él gira su rostro, conectando su mirada con la mía.

—¿Qué quieres decir con eso? ¿Has escapado antes así? —pregunto, esquivando su mirada.

—Hay muchas cosas que no sabes de mí, bonita. Te sorprenderías —responde.

Lysander tiene el maldito don de hablar y seducir sin siquiera intentarlo. Su voz es más suficiente para engatusar a las personas y atraerlas hacia él. Sin contar que el cabrón parece un adonis del Olimpo.

—Eso es bastante irónico, teniendo en cuenta que eres teniente —le respondo, elevando una ceja.

Lysander se ríe y peina su cabello.

—¿No es curioso también que tú, siendo una abogada de renombre, hayas allanado la casa de una investigación policial? —me devuelve la pregunta irónica.

Giro mi rostro, esbozando en mis labios una mueca incrédula.

—¿Y tú? ¿No acabas de hacer lo mismo? —le pregunto, devolviéndole la carga.

Lysander mete su mano en su chaqueta y saca su placa policial.

—Tengo el cargo más alto, bonita. Puedo entrar las veces que quiera —dice y seguido me guiñe el ojo. Me quedo en silencio. Eso fue un gran Touché.

—Touché —suspiro, cansada, miro la hora en la pantalla del auto y me doy cuenta que voy tarde a la reunión con Lisa. Enciendo el motor y pongo la señalética para meterme al carril—. Joder, voy tarde a una reunión. ¿Dónde te dejo, Lysander?

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