📱 | Cada persona tras la pantalla
tiene sus heridas, cicatrices y sueños.
Y eso, ellos lo saben muy bien.
Ella se sentía cada vez más perdida.
Él había empezado a encontrarse.
Mensajes diarios de un número
desconocido y una sola pregunta
qué d...
#NoPuedoPararDeEscribir (estoy lajdkajska con este par)
— EXTRAÑOS
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— 31 DE JULIO —
AIDEN MARSDERN.
El agua se deslizaba por nuestros cuerpos desnudos sin miramientos.
Contemplé en silencio como sus dedos seguían las gotas que recorrían mi pecho de manera distraída, y a su vez, deslicé mis dedos por su espalda encantado. Sonreí al notar como contenía el aliento cuando aproximé mis dados hasta sus caderas. Llevó su mirada hasta la mía y sonrió. Alcé las cejas al ver cómo dejaba un par de besos en mi torso. Percibí como lentamente sus besos iban subiendo. Mordí mi labio inferior al entender cual era su intención y dejé ir un suspiro cuando sus labios acariciaron mi cuello.
Pequeños recuerdos de la noche anterior invadieron mi mente haciendo que gruñera por lo bajo acalorado.
Irguió su espalda y pasé saliva al ver, aturdido por sus besos, cómo su cuerpo rozaba cada vez más el mío. Entonces, tras besar y morder el lóbulo de mi oreja, pronunció por lo bajo:
—Te dije que cuando lo descubriera, me vengaría.
Se me erizó la piel, sin poder pensar con claridad. Jadeé cuando capté como sus labios se deslizaban por mi cuello y acaban en mi hombro. Fue entonces cuando llevó su mirada hasta la mía y mordió mi labio inferior, antes de besarme. Sonreí contra sus labios antes de morder su labio inferior y seguir besándonos.
El contraste del calor de nuestros cuerpos con la frialdad del agua nos produjo varios escalofríos a ambos.
Entonces, unos minutos después, ambos con la respiración acelerada, nos miramos. Contemplé su rostro, al detalle, viendo su nariz y sus mejillas enrojecidas. Sonreí al ver el brillo que había en sus ojos azules y aparté un par de mechones rebeldes de su rostro. Era tan preciosa que con solo verla me quedaba sin aliento.
Si bien me encantaba mirarla y me podría pasar horas haciéndolo, aquella vez mi mirada bajó hasta su torso. Ladeé la cabeza levemente y deslicé mis dedos, siguiendo el trazado del tatuaje que había en él. Varias gotas acompañaron a mis dedos. Eran un par de enredaderas, ambas empezaban bajo sus pechos, pero solo una acababa por encima de uno de ellos. Me fascinaba y me atraía lo bien que le quedaba.
Percibí como se removía nerviosa y sonreí levemente antes de llevar mi mirada hasta la suya.
—Eres la obra de arte más hermosa que he visto jamás —dejé ir, maravillado.
—Hum —pasó saliva nerviosa—, gracias. Supongo.
—¿Supones? —alcé ambas cejas divertido.
—No niego que soy bonita, solo que... Soy más que mi cuerpo.