Capitulo 8

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Esto es únicamente una adaptación del libro "¿Estás lista para Velos?" de la escritora Alissa Brontë.

***
Jauregui llegó al trabajo temprano. Todavía no se acostumbraba a eso de ir a trabajar a una oficina, aunque la idea en sí le gustaba, y debía reconocer que tenía muchas ganas de empezar con el planteamiento del suplemento. Quería hablar con Petrov sobre Camila; le parecía un desperdicio tenerla de recepcionista cuando tenía tantas buenas ideas y tanto potencial. Sabía que su socio no iba a ponerle pegas, pero hasta que no se lo hubiera confirmado, no estaría tranquila.

Era muy temprano. Entró por la gran puerta de cristal y acero y miró, sin percatarse, hacia el mostrador de recepción. Allí estaba, radiante. Y, a pesar de su sonrisa, su mirada trataba de ocultar una tristeza que ahora ella sabía a qué se debía. Se estaba asfixiando detrás de ese mostrador, aunque no dijera nada.

Como si intuyera su presencia, Camila dirigió la mirada hacia ella y le dedicó una tímida sonrisa. No había pensado hacerlo, pero antes de darse cuenta sus pasos se dirigieron hacia donde estaba.

Camila cambió su mirada y su sonrisa por un delicioso rubor que bañó su rostro coloreando sus mejillas de un tono tan apetecible como el mordisco que se daba a una fresa.

-Buenos días, señora Jauregui, ¿necesita algo?

-Sí, me gustaría que me acompañara un momento, por favor.

La sorpresa que se reflejó en su mirada no pasó inadvertida para Lauren.

Incluso se le había pasado por la cabeza algo poco honesto, algo que un jefe y una secretaria podrían hacer en la mesa del despacho, a puerta cerrada. El pensamiento hizo que su miembro palpitara de expectación, pero, tras unos segundos, logró controlarse, o eso pensaba hasta que Camila salió de detrás del mostrador y la vio caminar sobre unos altos tacones negros.

No había en el mundo mujer más sensual que Camila acercándose a ella acompañada del rítmico sonido que sus zapatos creaban al golpear el suelo.

De nuevo estaba ahí, la maldita prueba de que esa mujer la excitaba y la atraía, aunque no podía pasar nada entre ellas. Nunca derribaría la barrera que las separaba, pero a pesar de todo, no podía negar una evidencia tan... evidente.

-¿Sucede algo? -Interrogó con la mirada preocupada al llegar junto a ella.

-Siempre sucede algo, de eso trata la vida, ¿no?

Camila guardó silencio y la siguió un paso por detrás hasta el ascensor.

Cuando las puertas se cerraron fue como si, de pronto, le cortaran el aire que llegaba a sus pulmones. ¿No podía respirar? No, porque su jefa le robaba el aliento. No podía negar que se sentía muy atraía por ella, pero era algo que tenía que descartar. Había mucho en juego, y no pensaba apostar a un caballo perdedor. Si dejaba que algo pasara entre ellas, acabara como acabase la historia, el final estaba claro: ella sería la que saldría perdiendo y no estaba dispuesta a tirar por la borda tantos años de sufrimiento aguantando en un trabajo cuya única motivación era la oportunidad de llegar a ascender y convertirse en una colaboradora de la revista.

Fijó la mirada en las luces que cambiaban con cada planta que ganaban, pero al cabo de unos segundos sus ojos cambiaron de dirección. Llevaba un traje negro elegante, de nuevo parecía hecho a medida. Se amoldaba a su sinuoso cuerpo a la perfección. De su mano colgaba un abrigo elegante y también oscuro. Su pose no era tensa, aunque la mano libre la guardaba en el bolsillo y le parecía intuir que la apretaba bajo la tela, aunque claro, no podía estar segura. La campana metálica les avisó de que habían llegado, las puertas se abrieron y Camila sintió que le costaba respirar un poco menos de trabajo.

¿Estás lista para el diablo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora