Capitulo 13

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Esto es únicamente una adaptación del libro "¿Estás lista para Velos?" de la escritora Alissa Brontë.

***

La mañana llegó soleada. Un escalofrío acompañado de un malestar en el estómago y un repentino dolor de cabeza la despertaron. Al abrir los ojos se sintió confundida, no parecía su dormitorio. Se incorporó en la cama y volvió a mirar. No estaba en su habitación, ¿qué demonios? ¿Dónde estaba? ¿Qué había pasado? Se incorporó con rapidez, lo que le provocó un leve mareo seguido de náuseas. Caminó despacio buscando el baño y tuvo la suerte de ver una puerta dentro de la habitación que no podía ser otra cosa.

Pero se equivocaba, era otra cosa. Era un vestidor en el que podía perderse. Era más grande que el salón de su pequeño apartamento.

Salió de la habitación y siguió buscando hasta que se topó con otra puerta; esta vez sí era la adecuada. Se acercó al lavabo y se miró en el espejo, tenía un aspecto horrible. Se echó agua en la cara y se la secó con una suave toalla blanca.

Notaba la lengua pastosa, así que abrió el grifo y bebió de él para eliminar ese malestar que tenía. Se miró de nuevo en el espejo y volvió a verse horrible. Al menos estaba vestida...

Se peinó con los dedos y salió en busca de su jefa. ¿Se había quedado dormida? Con toda seguridad, lo último que recordaba era... a ella. Aunque no parecía que hubiese nadie. ¿Se habría ido ya? ¿Tan tarde era?

En la cocina tampoco encontró a nadie; respiró con fuerza y espiró. En ese momento, una brisa fresca entró por la gran puerta de cristal que daba a la terraza, invitándola. Así que decidió salir un momento y despejarse. Al poner el pie dentro, la vio, y se quedó petrificada. No había visto nunca algo tan hermoso: el sol se posaba en su piel haciéndola dorada; su piel, al descubierto, dejaba a la vista el gran tatuaje que llevaba. Tenía los pechos cubiertos por un ligero sostén, y unos pantalones de pijama de algodón que descansaban en sus caderas. Su torso era perfecto, sus brazos firmes y entre sus manos se encontraba una taza humeante de café o té.

Se fijó en el tatuaje. Ocupaba parte de su brazo y de su hombro, llegando hasta el pecho, casi rozando el contorno de sus pechos. Era un dragón oscuro que parecía enroscarse sobre sí mismo como lo haría una serpiente.

Alzó la mirada y se dio cuenta de que llevaba el pelo alborotado y su mirada profunda estaba perdida en el horizonte. Era como una estatua creada para favorecer la fertilidad. Contuvo un gemido que en realidad deseaba emitir contra el cuerpo de ese mujer, y a cambió soltó algo parecido a un carraspeo que sonó extraño incluso a sus oídos.

-Buenos días -saludó sin mirarla.

-Buenos días, señora Jauregui -devolvió el saludo avergonzada-Lo siento -continuó avergonzada.

-¿Por qué? -preguntó mirándola. Parecía que la disculpa había llamado su atención.

-Bueno... Entre otras cosas por apropiarme de su cama. Creo que me quedé dormida. Por lo general no suele pasarme, no sé qué sucedió ayer...

-No importa, señorita Camila. Hemos estado trabajando muy duro. Además, imagino que haber bebido no la ayudó a mantener la concentración. ¿Le apetece una taza de té de jengibre?

La curiosa mirada de sorpresa que apareció en su cara tuvo que ser suficiente para darle una pista de que no tenía ni idea de lo que hablaba.

-Es buena para el dolor de cabeza que parece que tiene.

-Sí, me duele un poco, la verdad -confesó ruborizada. Debía de verse horrible después de despertarse en una casa que no era la suya, pero no le importaba, estaba cansada de tener que estar siempre lista y perfecta para lo que surgiera, y ahora.... estaba relajada.

¿Estás lista para el diablo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora