Capitulo 21

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Esto es únicamente una adaptación del libro "¿Estás lista para Velos?" de la escritora Alissa Brontë.

***

Jauregui salió del despacho de su amigo más confusa si cabía. Parecía que al final no iba a tener otro remedio que quedarse con ella. Y eso le hacía sentir bien, ¡malditamente bien!

Caminaba hacia su oficina cuando la vio salir del ascensor con prisa. Otra vez llegaba más tarde que ella; se estaba convirtiendo en una fea costumbre. Iba a tener que cambiar el día en el que se encontraban, para que no llegara tarde de nuevo.

Apenas había dormido, pero no se sentía cansada.

—Buenos días, señorita Camila.

—Buenos días, señora Jauregui.

—¿Un café antes de empezar?

Camila la miró confusa. Si algo le gustaba de Camila, entre otras muchas cosas, era que sus ojos eran muy expresivos y podía leer en ellos como en un libro abierto. Desde luego no se esperaba la petición, la había pillado desprevenida.

—Pero... llego tarde.

—No se lo diremos a la jefa—Bromeó.

Camila abrió más los ojos, en su cara no había espacio para nada más que ese par de ojos grandes de ese tono marrón chocolate que tanto le había atraído desde el principio

—¿Está bromeando, señora Jauregui?

—Eso parece —Confesó sonrojandose nerviosamente.

—Bueno, supongo que, si la jefa me pide que me tome un café con ella, no puedo negarme.

Ambas salieron del edificio. La tensión de otras veces era más liviana y caminaron relajadas la una al lado de la otra. Camila tenía ganas de hacerle muchas preguntas, pero guardó silencio, no quería romper la frágil camaradería que se estaba creando en ese momento.

Pidieron un par de cafés y Jauregui, para sorpresa de Camila, se dirigió a la zona de mesas. Así que quedaba claro que iban a tomar café, no sólo a comprarlo para llevar. Camila se sentó y, tras hacerlo, su jefa la imitó.

Iba a poner el azúcar en el café cuando se dio cuenta de que no lo había cogido, y antes de tener tiempo de ir a buscarlo, Jauregui se había levantado a por un par de sobres.

—No sé si lo toma con azúcar o edulcorante —Comentó a la vez que le ofrecía un sobre de cada.

Camila cogió el sobre de azúcar y lo vació en la taza de café, después dio un sorbo largo.

—Gracias. No tenía por qué haberse molestado.

—Con dar las gracias era más que suficiente. De nada.

—Disculpe que se lo diga, señora Jauregui, pero hoy parece... feliz.

—Lo estoy. He pasado una gran noche.

Camila agradeció no tener café en la boca, porque de ser así lo hubiese escupido como si fuera un aspersor. Había pasado una gran noche...

—¿Hay una persona en la ecuación?

Jauregui sonrió, se levantó y emprendió el camino de vuelta, durante el cual no dijo nada. Su mente estaba perdida en otros asuntos que eran más urgentes y de los que hablarían en cuanto estuvieran de vuelta. Entre otras cosas, quería hablar con Camila de la fiesta que se llevaría a cabo la siguiente semana para presentar el nuevo proyecto de la revista: su idea.

Estaba nerviosa, tenía ganas de saber qué le parecería a la gente la forma en la que habían enfocado algo tradicional, dándole un giro para que fuera novedoso.

¿Estás lista para el diablo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora