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Ayato estaba aburrido, sorprendentemente terminó rápido su papeleo y ahora no sabía que hacer. Quizás llamar a Thoma para jugar ajedrez un rato le distrairia.

Cuando Thoma llegó de una misión con Aether, se dirigió a la oficina de Ayaka, preguntó si todo estaba en orden y si necesitaba algo. Sorpresivamente Ayaka estaba más que bien, así que fue a la habitación de su hermano mayor.

- Buenas tardes Thoma.

Dijo un feliz Ayato con unas fichas y un tablero al frente.

- Veo que está de humor, mi señor.

Ayato solo se limitó a reír.

El rubio se sentó frente a la mesa y empezaron su juego. Parece imposible, un sueño... Pero Thoma por primera vez le ganó al peliazul.

- Bueno, parece que hoy no fue mi día.

Dijo tomando algunas fichas para empezar a guardarlas. Cosa que a Thoma no le gustó del todo. Se acercó rápidamente al lado de Ayato y tomó su mano para que parara su acción.

- Mi recompensa, Mi señor.

- ¿Eh?

- Creo que la merezco.

Ayato no fue capaz de decir mas, pues sus labios fueron atacados por el rubio, los besaba como si no hubiera un mañana, como si fuera el último dulce de Teyvat. Besuqueaba y mordisqueaba sus labios, le encantaba, cosa que el jefe del Clan Kamisato no podía ocultar. Las manos de Thoma que estaban en las caderas del peliazul recorrieron un camino lento y torturoso hasta los pantalones de Ayato. Éste simplemente se dejo hacer.

Los bajó con lentitud al igual que su ropa interior, a este punto sus besos ya no tenían sentido, ambos estaban igual de calientes.

Al separarse y recobrar el aire faltante, Thoma se acomodó en el suelo y palmeó sus piernas, Ayato en silencio hizo caso y se sentó en él. Thoma ya con el mayor encima, llevó su diestra al culo de Ayato, lo acarició y lo mimo de forma lenta, algo torturosa. Su mano surda se dedicó a masturbar el pene del lider.

Ayato solo podía dejar escapar jadeos y gemidos bajos, no quería que nadie entrara a ver que era lo que pasaba.

Mientras que Thoma, estaba mas que feliz de mimar a su mayor. Volvió a juntar sus labios con Ayato de una forma mas lenta pero apasionada.

- T-thoma, no creo poder- Ah-

- Será mejor que no te corras, limpié la oficina ésta mañana.

Dijo en un tono burlón mientras que sus manos siguieron con lo suyo. Ayato se removía pidiendo más para poder alcanzar su climax, cosa que fue interrumpida. Thoma dejo de masturbarlo, Ayato lo miró confundido y vió como Thoma se levantaba y recogía el tablero de ajedrez.

- Ya pasó su hora de descanso, mi señor.

Dijo riendo para irse a un paso ligero de ahí.

Ayato no se quedaría atrás la próxima vez que lo viera.

30 Días | ThomaToDonde viven las historias. Descúbrelo ahora