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Ayato solía ser muy juguetón con Thoma, pero no llegaba a más, era sólo para molestar al pobre rubio y dejarlo con una dolorosa erección.

Por el contrario, Thoma solo se dejaba hacer, no solía vengarse pero aquello ya lo estaba molestando un poco.

Eran las cuatro de la tarde y se dedicó a cocinar algunos snacks únicamente para Ayato, pues su hermana estaba con una supuesta amiga en la Isla Watatsumi. Terminó de hacer la comida junto a un té de Boba, el favorito de Ayato.

Lo llevó a su despacho y se percató de que el peliazul no estaba, dejó el plato y el té en la mesa un poco desconcertado, pues el mencionado no solía irse de su oficina a esas horas, y mucho menos sin decirle antes. Decidió buscarlo en su habitación, pudiendo notar como Ayato estaba con una toalla cubriendo de su cintura para abajo, su pelo suelto y las gotas de agua carr por su blanca piel. ¿Qué mejor que esa oportunidad para "vengarse"?

Se atrevió a avanzar al de tez más clara y lo tomó de la cintura, se dirigió a su cuello y lo besó suavemente, el contrario no pudo responder mas que unos simples jadeos. Fue cuestión de segundos en los cuales Ayato estaba sobre la extensa cama con el rubio encima. Ya se sentía el calor invadir su cuerpo. Thoma prosiguió a besar el pecho, y así aprovechó en dejar algunos chupones y marcas rojizas.

Ayato sólo pensó que era el juego previo, pero no fue así. El peso que tenía encima de un momento a otro ya no lo sentía, Thoma plantó un pequeño beso en sus labios para luego irse.

Ahora el peliazul tenía un pequeño problemilla.

30 Días | ThomaToDonde viven las historias. Descúbrelo ahora