5

683 72 3
                                    

Kaeya terminó de asear el dormitorio de Diluc. Había hecho su cama, costó ordenar todas las sábanas que yacían en el suelo, también aprovechó de barrer un poco y abrió las cortinas para que llegara luz del sol al cuarto. El pelirrojo no pronunció ni una sola palabra en todo el rato, solo permaneció en el sofá cubierto por su abrigo clásico, se sentía culpable por dejar que el contrario hiciera todo, sin embargo el cansancio le estaba ganando considerablemente, su cuerpo se sentía muy pesado, casi como una carga, o incluso llevaba a sentirse como algo innecesario.

-Gracias.

Alberich se quedó observando como Diluc trataba de levantarse del sofá para caminar hacia él, en eso se tropezó con un mueble en el camino, en lo que Kaeya iba a ayudarlo.

-Llamaré a Adelinde para preparar la tina, y te darás un buen baño. ¿Que opinas de eso?

-...Es lo mejor. Me siento asqueroso.

El vapor del agua caliente rozaba las ventanas del cuarto de baño, y acariciaba con suavidad la desnuda piel de Diluc. El agua contenida en la tina le llegaba hasta el cuello, él comenzó a enjabonarse el rostro y los brazos, del resto se encargó Adelinde al cabo de un rato, puesto que ya ni eso podría hacer por sí mismo al cabo de unos días. Kaeya solo supervisaba la situación desde el marco de la puerta, fijándose minuciosamente en el estado del pelirrojo, lucía más tranquilo y relajado, pero aún se podía sentir un atisbo de preocupación en su rostro.

-Lamento involucrarte en esto Kaeya, me gustaría saber con detalle qué es lo que ocurre, pero ni yo mismo lo sé. Te escribiré apenas pueda.

-No digas eso Diluc. Mira, puede que no seamos familia, pero aún así me preocupa tu situación, voy a volver aquí si o si solo para asegurarme de que estés mejor.

Mientras los dos hablaban, Kaeya secaba los rojizos cabellos ajenos con una toalla, luego tomó un cepillo para peinarlo con suavidad. Al terminar dejó a Ragvindr solo por un momento para que él pudiese vestirse con prendas ya limpias, a comparación de su ya desgastado abrigo.

-Si crees que te sientes mejor de ánimo podrías considerar volver a Mondstadt, ya sabes, para ver el negocio y distraerte un poco.

-Esta bien, lo pensaré. Gracias por todo, supongo que nos veremos luego.

-Esperemos que sí.

Dicho esto Kaeya se dirigió de vuelta a la ciudad, mientras que Diluc volvió a entrar a la mansión. El día auguraba nuevas noticias, pero sobre todo, nuevos rumores.

-¿Una guerra por parte del abismo? Esto tiene que ser joda.

-Se hizo lo que se pudo para resguardar la información, pero de alguna forma u otra se terminó esparciendo este estúpido rumor...

Jean lucía sumamente estresada mientras le contaba las novedades a Kaeya. Y este, al contrario, se encontraba relajado en su propia mente, siempre consigue una rápida solución a los problemas, y esta no era la excepción. Él haría que la gente se olvidara por completo de todo el supuesto caos que se aproximaba.

-Disculpame un momento Jean, tendré que hablar con el viajero.

-¿Qué? ¿Por qué? -La mujer lucía fuera de lugar.

-Lo convenceré para que detenga toda esta farsa.

Thirsty | KaeLuc [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora