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El frío ambiente de Espinadragón deja mucho que desear. Por supuesto, todo el mundo es consciente de que dicho lugar es el menos habitable dentro de Mondstadt, y justamente es por esta razón que cierta persona decidió, aún a su corta edad, adentrarse a los rincones más enigmáticos y sombríos de la nación.

Una fogata nunca es suficiente para amortiguar el detestable frío, por eso es mejor encender más de dos. Un "cálido abrazo" también es válido, pero está lejos de ser una opción para el joven investigador. Una taza de café terminó siendo la mejor solución para el frío y para mantener cálido su organismo, y así de paso podría despertar su mente para continuar con su exhaustivo informe.

Características físicas del espécimen: desconocido.
Especie: Humana, probablemente.
Indicios: Huellas y manchas de sangre alrededor del Valle dragondurmiente.

Comenzó por registrar los datos más importantes que había recaudado, de esta forma el reporte constaría de ideas más detalladas en torno a los acontecimientos principales. Apartó un mechón rubio que se había posicionado cerca de sus ojos y continuó escribiendo, su libreta se estaba quedando sin hojas, asi que tal vez su próxima excusa para volver a la ciudad sería ir a comprar un nuevo cuadernillo.

- Necesito volver a mi vida como era antes. Por favor, déjeme al menos acompañarle al trabajo.

Suspiro. - Sr. Diluc, ya se lo he dicho antes, usted no se encuentra en condiciones para volver a la ciudad, ¿que pasará cuando todo el mundo lo vea en ese estado?

- Por favor Charles, ¿en cuál estado? - El señor de bigote le dió una mirada molesta y se dió la vuelta para darle la espalda al pelirrojo.

- ¡Hey! Ni se te ocurra irte, soy tu jefe después de todo.

El mayor de los dos reflexionó por unos segundos las palabras del contrario. No estaba mintiendo, pero claro está que este "jefe" aún no se encontraba estable para ejercer dicho cargo. Después de todo lo acontecido, los allegados de Diluc ya no lo ven como su jefe, sino como un niño en situación de precariedad que fue abandonado y que ahora necesita constantes cuidados. No obstante, algo dentro de Charles le decía que las cosas no iban a acabar bien si no tomaba en cuenta la petición de Ragvindr.

- Está bien, puede acompañarme, pero prométame que se portará bien.

Diluc se le quedó viendo con una mueca de desagrado.

- ¿Acaso crees que soy un niño todavía? Ja, no te preocupes Charles. Sigo siendo el mismo de antes. - Dijo antes de darle un par de amistosas palmadas en los hombros.

Y aunque ambos sabían que sus palabras no serían del todo ciertas, estaban dispuestos a esconder todo rastro de rareza para no despertar curiosidad en los ciudadanos. De esta forma, al llegar el mediodía todo marcharía bien.

Por otro lado se encuentra cierto hombre, alto y apuesto según las jovencitas, charlatán según los borrachos, y confiable según algunos de sus cercanos. Kaeya había terminado de hablar con el joven viajero, y terminó con un fuerte dolor de estómago debido a la ansiedad que le provocó la gran mentira que se había inventado.

Echarle una miradita a los puestos a la entrada de la ciudad no sonaba como una mala idea, tal vez distrayéndose un poco disminuiría su dolor abdominal, ¿y quién sabe? en una de esas, incluso podría comprarse algún regalo para sí mismo, y así sentirse premiado por sus "buenos actos".

Las espadas que fabrica Wagner siempre le han llamado la atención, pero Kaeya sabe que no sería una buena inversión puesto que jamás se daría el tiempo de usarla, es un hombre bastante ocupado después de todo. Unas bellas flores en su escritorio no se veían como una mala idea, así que decidió acercarse al puesto de la pequeña Flora, después de eso, si es que aún tenía tiempo, iría a la taberna a comprarse su bebida favorita.

- Hola Flora, ¿cómo estás? Me gustaría llevar... unos Lirio cala, por favor.

- Por supuesto, en seguida le preparo algunas flores. La verdad he estado bien, las ventas han subido durante esta época, como siempre, así que todo marcha de maravilla.

La chica hablaba mientras buscaba algunas macetas con Lirios cala, luego sacaba las flores con mucho cuidado y las juntaba para hacer un racimo. Cuando estuvo por terminar, su mirada se había perdido en la nada, la niña lucía consternada por alguna razón.

- No obstante, todo está yendo patas arriba para Donna y su madre. -continuó luego de una larga pausa.

El capitán miró a la chica a los ojos. Su tono se voz sonaba muy serio, incluso hasta sombrío.

- ¿Mh?

- Ahora yo debo hacer turno de día y de noche en la florería ya que Donna no está. No le pasó nada grave, eso creo, pero no ha podido salir de la cama durante toda una semana, según lo que me decía su mamá, pudo haber visto algo que la asustó mucho, como un monstruo.

- Bueno, es normal asustarse con monstruos, uno no acostumbra a verlos todos los días después de todo.

La niña pareció haberse librado del trance. Ahora estaba terminando de empacar el pedido del mayor. Su rostro volvía a brillar igual que al comienzo.

- Si, tiene razón Sr. Kaeya. Tome, aquí están las flores que me pidió, y serían 100 mora.

- Perfecto, muchas gracias Flora. Si ves a Donna, ¿Podrías mandarle ánimos de mi parte? y por favor, dile que los caballeros de Favonius siempre estarán dispuestos a ayudar con lo que sea.

- ¡Gracias! lo haré con mucho gusto, que tenga una linda tarde.

El hombre asintió y partió hacia su siguiente destino: "El obsequio del Ángel".

Entrar en la taberna después de tanto tiempo se sentía extraño para Kaeya, casi como algo nostálgico. No obstante, al ver los familiares rostros que rodeaban el lugar, su pecho se llenó de alegría. La música interpretada por José seis dedos animaba el ambiente repleto de borrachos, le daba su toque especial al bar. Kaeya no divisó a ninguno de sus amigos de copas, lo más probable es que tanto el bardo verde como la hermana Rosaria estén trabajando a esas horas del mediodía. Se sentó donde siempre, puso las flores que recientemente había comprado sobre la mesa y una sonrisa se asomó en su rostro cuando Charles se le acercó para tomar el pedido.

- ¡Vaya! Cuánto tiempo señor Kaeya. Bueno, sé que nos vimos hace muy poco pero, hace bastantes días que no venía a la taberna, ¿a qué se debía?

- Cuestiones de trabajo nada más, y bueno, la situación con Diluc también tiene algo de peso. -soltó una pequeña risa.

- Me imagino, han sido tiempos bastante difíciles. En fin, ¿desea lo de siempre? ¿o prefiere cambiar de opción? para, ya sabe, probar cosas nuevas tal vez.

- Mh, estoy de buen humor hoy, asi que dame tu mejor opción, que sea novedoso y fresco.

- Perfecto, a la orden señor.

El olor a madera y a alcohol inundaban sus narices para despertar más sus ganas de zamparse un buen cóctel, el escenario simplemente era perfecto, pese al desorden en su cabeza, el bar siempre lograba librar a Kaeya de sus problemas. Sin embargo, algo en ese momento no lo dejó disfrutar con total libertad.

Así fue como entonces, un abrir y cerrar de ojos, un estruendo provocado al otro lado del lugar logró sacarlo de su paz interior, sobre todo porque entre tanta gente logró divisar perfectamente esa cabellera de tono rojo intenso.

- ¡¿Diluc?!

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SORRY GENTE ya sé q me demoré caleta y ya sé q probablemente estén en plan dissapointed PERO justo ahora ando re inspirada asi q dentro de poco voy a subir el capítulo 13 también!! ><

Asi q eso, perdonen el ghosting pero asi soy xd

(OJO pq se vienen las escenas hot!!)

Thirsty | KaeLuc [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora